martes, 10 de octubre de 2017

Propuesta moral a la política de hoy en día

Es algo generalizado el observar que los tiempos que corre nuestra sociedad, se encuentra englobada dentro de un sistema que no parece responder a ideales económicos, con un liberalismo de capa caída, ni de asimilación de lo social, con un sentimiento de egoísmo y unas políticas de sola eficiencia. Mucho se habla y escribe sobre cómo solucionar esto, pero pocos son los que se atreven a alzar la voz para reclamar que el gran problema al que nos encontramos subyace en la base misma de nuestra sociedad contemporánea, que esta sostenida en la nada. La pérdida de valores que hemos ido experimentando a lo largo de los últimos decenios, han conducido a una sociedad débil en la que los pensamientos son volubles y las soluciones a los conflictos ineficaces. Incluso los casos de delitos y fraudes políticos, cada vez más escandalosos, se justifican por la falsa concepción de que todos son iguales, y si no lo hace uno lo haría el otro. Demostrando que la clase política no es más que el reflejo de una sociedad en podredumbre sin esperanza en el futuro, ni confianza en el presente, cuyos valores han quedado reducidos a su mínima expresión. Todo lo que es moral molesta, porque exigen un compromiso y un esfuerzo de interiorización, de educación y de transmisión y por ello es preferible el construir nuestras vidas sobre el gusto, el deseo y el estado anímico del momento concreto que no exige mas esfuerzo.
Ante esto es necesario que se presenten propuestas morales que vengan a devolvernos el principio básico de unidad social bajo el paraguas de unos valores universalmente reconocidos por todos y para todos. Aunque no se puedan imponer en una sociedad plural los valores de una religión o de otra, si es legítimo el pedir que se respeten al menos unos derechos humanos básicos (Fruto de un cristianismo histórico puestos por escrito en 1948) y un derecho natural, presente en todos los hombres. Sin olvidar que la tradición y el peso de nuestro pensamiento occidental, es el del cristianismo, y a el le debemos lo que somos y hemos llegado a ser como pueblos, culturas y sociedad políticas y democráticas.
Mi propuesta moral ante este escenario, seria mirar al futuro con la concienciación ahora de un progreso y avance en la natalidad que impulse en el futuro a una continuidad de nuestros valores mas propios. Este planteamiento se presento ante mi al saber que el nuevo presidente francés Emmanuel Macron no tiene hijos, lo cual hace que se una a un grupo que ya tenían entre ellos a la canciller alemana, Angela Merkel, la primera ministra británica, Theresa May, el presidente italiano, Paolo Gentiloni, o el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker , entre otros. Si como decía antes, la clase política es el reflejo de la sociedad que los ha votado y encumbrado a sus posiciones de representatividad y gobierno, esto puede compararse con los datos de natalidad de los países europeos y ver ante que escenario de futuro nos encontramos. Las tasas de natalidad europeas son insuficientes para asegurar la reposición de la población y constituyen un problema en sí mismo. En Francia, por ejemplo, la tasa de natalidad es de 1,8 hijos por familia, lejos de los 2,1 necesarios para asegurar la supervivencia. En el Reino Unido está en 1,6; en Grecia, Italia y Alemania, en 1,3; y en España, 1,1.
Pero aun asi hay siempre ejemplos que dan lugar a la esperanza. El primer ministro húngaro, padre de cinco hijos, ha reducido un 23% en cinco años los abortos gracias a campañas pro-vida -difundió carteles con la imagen de un bebé en el útero y el mensaje “Entiendo que no estés preparada para tenerme, pero dame en adopción, ¡déjame vivir!”- al apoyo a las familias y a la introducción de valores religiosos y éticos en la educación. Al contrario que los líderes otros líderes europeos, él ha apostado por animar públicamente a las mujeres a dar a luz a sus hijos y facilitar ayudas en los trámites de adopción y acogimiento familiar -destina el 4% del PIB a medidas para apoyar a la familia, frente al 2,7% de media de la OCDE-. Además, en su mandado ha incluido la protección de la vida humana desde el momento de la concepción en la Constitución. Su Gobierno fomenta la maternidad con el ejemplo, pues entre sus ministros suman más de 30 hijos.

Por este motivo, mi propuesta moral seria sostener la base de nuestras políticas de natalidad y asegurarnos que tenemos unos valores fuertes y capaces para hacer frente a las necesidades de nuestros niños. Lo primero que hay que fijarse en política es en sostener un presente que ilumine el futuro para los mas pequeños.

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