martes, 10 de octubre de 2017

COMENTARIO EXEGÉTICO A LA PERÍCOPA JN. 4, 1-41.

"Cuando Jesús se enteró de que había llegado a oídos de los fariseos que él hacía más discípulos y bautizaba más que Juan - aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos -, abandonó Judea y volvió a Galilea. Tenía que pasar por Samaría. Llega, pues, a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dice: "Dame de beber." Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice la mujer samaritana: "¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?" (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva." Le dice la mujer: "Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo;  ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?" Jesús le respondió: "Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna." Le dice la mujer: "Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla." Él le dice: "Vete, llama a tu marido y vuelve acá." Respondió la mujer: "No tengo marido." Jesús le dice: "Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad." Le dice la mujer: "Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar." Jesús le dice: "Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad." Le dice la mujer: "Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo desvelará todo." Jesús le dice: "Yo soy, el que está hablando contigo." En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: "¿Qué quieres?" o "¿Qué hablas con ella?" La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: "Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?" Salieron de la ciudad e iban hacia él. Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: "Rabbí, come." Pero él les dijo: "Yo tengo para comer un alimento que vosotros no sabéis." Los discípulos se decían unos a otros: "¿Le habrá traído alguien de comer?" Les dice Jesús: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra.  ¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que blanquean ya para la siega. Ya el segador recibe el salario, y recoge fruto para vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador. Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el segador: yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga." Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por las palabras de la mujer que atestiguaba: "Me ha dicho todo lo que he hecho."  Cuando llegaron a él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Y fueron muchos más los que creyeron por sus palabras"
(Juan 4, 1-41)

a)    Estudio literario
1.                   Delimitación de la perícopa
Nos encontramos ante una perícopa que está en relación directa con los dos textos que la engloba. De hecho Brown afirma que este texto pudo formar una unidad de sentido a la que se le añade el episodio de la samaritana posteriormente para enmarcar la escena[1]. El autor afirma que 4,1-3 es un pasaje de transición en el que Jesús abandona Judea, y se retoma la narración después de este episodio de la samaritana con su llegada a Galilea, que sería otro pasaje de transición.
2.                  Contexto literario e histórico-cultural
De nuevo Jesús se nos plantea en un diálogo, que recuerda al anterior con Nicodemo. Recupera el sentido del agua y del espíritu. Lo cual realza la acción de Jesús que ha catequizado a un varón preeminente del pueblo de Israel y ahora dirige su mirada a una mujer samaritana. De esta forma vemos que el contexto histórico-cultural de Jesús, está enmarcado en una perspectiva de universalidad y sin distinción.
Históricamente sabemos que aunque la ruta principal para ir de Judea a Galilea pasaba por Samaría, si Jesús se encontraba en el valle del Jordán como se indica en el texto anterior (Jn. 3, 22), podría haber seguido en dirección norte y entrar en su tierra por Betsán. Sin  embargo, el relato nos descubre que “era necesario”, lo que implica unas referencias teológicas que ya desarrollaremos en el apartado correspondiente. Pero profundizando un poco más en el contexto histórico, los exegetas creen que la ciudad de la que se habla se trata de Siquén, ya que aquí es donde está el pozo de Jacob. Cabe señalar que dicho pozo no se cita antes en la tradición Bíblica, aunque si sitúa al personaje de Jacob en este territorio en Gn. 33, 18; 48, 22 y en Jos. 24, 32. Esta región en la actualidad es la perteneciente a los territorios del monte Garizín. Monte sagrado en esta época para los Samaritanos y que rivalizaba con el del templo de Jerusalén.
De esta pequeña distinción entre los lugares santos de judíos y samaritanos podemos observar la relación entre ellos y sus diferencias. Los samaritanos eran descendientes de dos grupos: por un lado, lo constituían los israelitas que no fueron deportados cuando ocurrió la caída del Reino del Norte en el año 722 a. C.; y, por otro, también pertenecían a ellos colonos extranjeros traídos de Babilonia. De esta forma, entre unos y otros surgió una oposición teológica ya que los samaritanos se negaban a participar en el culto de Jerusalén. Las diferencias se agravaron cuando éstos ayudaron a monarcas sirios en sus guerras contra los judíos en el siglo II a. C. y en venganza el sumo sacerdote israelita incendió en el año 128 a. C. el templo samaritano de este monto de Garizín. De todo esto se generó que unos considerasen impuros a los otros.
También es significativo que el texto comience señalando una extraña hora para que alguien estuviera sacando agua, pues si de verdad ocurrió a la hora sexta, sería al mediodía, lo cual hace pensar que el texto tiene un visión espacio-temporal más teológica que histórica, pues el agua se recogía o por la mañana temprano o al atardecer.
Otro aspecto que recoge es la relación con las mujeres. En la cultura judía, la comunicación con las féminas estaba regulada por la Ley, de ahí que al llegar los discípulos, más que sorprenderles que hablara con un samaritano, lo que les desconcierta es que lo haga con una mujer, de ahí que utilice el autor un verbo en imperfecto (“se extrañaban”) para indicar que se trata de una sorpresa momentánea, ya que en el eclesiástico 9, 1-9 se habla del cuidado que ha de tener el hombre para no dejarse enredar por la mujer, y algunos documentos rabínicos de la época (Pirqe Aboth, p.e.) advierten que no se debe hablar con las mujeres en público[2]. Aunque también vemos que la relación de Jesús con las mujeres fue completamente renovadora en su época, pues no se ciñó a este criterio de la ley. No se dejó influenciar por excesivos condicionantes de la ley, uno de los que más transgredió fue su relación con las mujeres a las que llevaba con él como maestro o se alojaba con toda libertad en sus casa.[3]
3.                  Género literario
En cuanto al género literario hay que decir que se trata de dos diálogos. El primero entre Jesús y la samaritana y el segundo de éste con sus discípulos. Seguidos de un monologo de Jesús y concluyendo con una sentencia final puesta en boca del pueblo que cree en él. Es por tanto un escrito en narrativo y escrito en prosa.

4.                  Dificultades textuales
Es difícil entender, como se ha indicado con anterioridad, por qué la samaritana iba a sacar agua al mediodía, cuando no era lo normal. Esto nos lleva por tanto a la primera dificultad del texto, que nos podría indicar que se trata de un hecho más teológico que histórico.
Igualmente desconocemos los motivos reales por los que Jesús marcha de Judea a Galilea. Aunque anteriormente haya señalado que el texto deja entrever que ha sido porque los fariseos se han enterado de que hace más discípulos que Juan, esto no queda claro del todo. Por este motivo se barajan varias teorías como la de la intención de impedir ser encarcelado, aunque no se sostiene por que Galilea era territorio también de Herodes; o, por otro lado, que Juan Bautista se ha visto obligado a salir de Judea y marchar a Enón, de tal modo que los judíos obligarían a Jesús a hacer lo mismo[4].
5.                  Fuentes de la perícopa
Salvo Lucas, que muestra cierto interés por los samaritanos (Lc. 10, 29-37 y 17, 11-19), ningún otro sinóptico nos relata el paso de Jesús por Samaría, porque, de hecho, a los discípulos se les prohíbe entrar en esta tierra en Mt 10, 5 y en Lc. 9, 52-53. Aunque también es verdad que Lucas en Hch. 8, 1-25 narra que el diácono Felipe ejerció su ministerio por Samaría consiguiendo numerosas conversiones y realizando muchos bautizos, y que Pedro y Juan les impusieron sus manos. Por tanto, el origen más certero de una comunidad cristiana de origen samaritano lo encontramos aquí. Pero no hay más confirmación del relato en el Nuevo Testamento.
El comenzar con Juan el bautista, bien puede ser para remarcar una vez más la confrontación que existía en la época de redacción de este evangelio entre las comunidades seguidoras de Jesús y de juan. Jesús es el portador de la verdadera agua que da vida en el espíritu. Es el bautismo perfecto. Esto nos puede llevar a pensar que Juan sería el sembrador y Jesús el segador, pero no está del todo demostrado este símil.
Por último a este respecto hay que señalar que Juan intenta dotar este relato de realismo y verosimilitud, gracias a detalles geográficos, culturales, descripción de la situación y de los personajes. Aunque no se puede descartar que ocurriera realmente o no, sí es cierto que a posteriori del acontecimiento ha sido enriquecido con alusiones al Antiguo Testamento (como el pozo de Jacob, o el culto en el monte Garizín), lenguaje de una teología de finales del siglo I (como el título de Salvador) o coincidencias con Qumrán (como el concepto de “agua viva”), siendo claramente de tradición joánica.
6.                  Recursos literarios y estilísticos
Es un texto muy rico en detalles y circunstancias de todo tipo, desde los espacios temporales y espaciales, hasta el detalle de la samaritana, y su vida personal. Así mismo utiliza en numerosas ocasiones el presente histórico con el que consigue traer hasta la actualidad un hecho que acaeció largo tiempo atrás e interpelar más al lector. Por eso tiene una doble vertiente pues a la vez que es acontecimiento pasado, se actualiza en el momento presente.
Jesús utiliza un lenguaje solemne, porque por un lado habla con autoridad y emplea el imperativo al dirigirse a los demás y por otro, hace uso de conceptos teológicos y analogías que favorezcan su comprensión.
Otro recurso que utiliza son los paréntesis explicativos que tanto le gustan a Juan en su evangelio. Por ejemplo en el versículo 2 se sitúa uno que corrige lo dicho en Jn 3, 22 y se especifica que Jesús no bautizaba, para que los miembros de la comunidad de seguidores del Bautista no lo tomaran por un mero imitador de éste, debido a las disputas que ya desde el prólogo pretende zanjar el autor. Así mismo le servirá a Brown para afirmar que pudieron ser varios los autores que compusieran el evangelio[5]; también tenemos el del versículo 9, donde especifica que los judíos no se trataban con los samaritanos.
En el versículo 12, vemos un recurso a la ironía seguido por Juan pues la samaritana, al decir a modo de chanza que si Jesús es más que Jacob, está proclamando una verdad sin ser consciente de ello. Y a continuación en el versículo 13 tenemos una paradoja que afirma: “el que bebe de esta agua vuelve a tener sed”.
Otra forma literaria aplicada por el autor es la de los paralelismos, en el caso del versículo 22, se afirma: “Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos”. Con ello establece las diferencias entre Judíos y Samaritanos.
Repite numerosos términos teológicos y de tradición joánica, como “hora”, “agua”, “Señor”,  “siega”, cada uno con una significación teológica; que también deja entrever en sus metáforas, pues la frase “dejó el cántaro” del versículo 28 simboliza el abandono de los antiguos cultos por los nuevos, el “alimento” significa voluntad del Padre, y los discípulos aparecen como segadores.
7.                  Vocabulario significativo
Existe un vocabulario significativo al respecto del evangelio de juan que llama la atención por su singularidad en el uso. Estas palabras que se identifican esta perícopa son: “soy Yo”, agua viva, alimento, beber, comer, cosecha, discípulos, dorado, Espíritu, fruto, hora sexta, judíos, Maestro, Mesías, pozo, profeta, Salvador del mundo, samaritanos, segador, sembrador, Señor, siega y voluntad. Son palabras con una alta dosis de significación y que destacan el qué y qué significado tiene el texto.
8.                  Estructura
La estructura es bastante simple:
-          1-3: versículos de transición que nos sitúan temporal-espacialmente la escena y la justifican. Podría decirse que no forma parte del relato general.
-          Después se sitúan dos diálogos:
ü   4-26: el encuentro y el diálogo de Jesús con la samaritana.
ü   27-38: la enseñanza a los discípulos por medio de un diálogo seguido de un monólogo de Jesús.
-          39-42: Por último tenemos una conclusión en la que se observa la reacción del pueblo.

b)   Estudio teológico
Podemos empezar por un tema fundamental como es la apertura que muestra Jesús a los samaritanos. De esta forma, aunque se piensa que el relato no es puramente histórico, por un lado es muestra de la dimensión salvífica universal de Jesús, de ahí que en el versículo 42 lo proclamen con el título Salvador, y por otro, nos ayuda a conocer el detalle de que posiblemente en la comunidad joánica también hubiera un grupo de procedencia samaritana para los que va dedicado esta perícopa.
Un tema teológico recurrente en Juan es su concepto de Agua, como un tema que sobrepasa su concepto sensible, no es simplemente agua que corre, mejor que la que se encuentra estancada, pero tampoco se refiere al mismo Cristo; sino que es algo de carácter espiritual que ofrece a los creyentes capaces de reconocer el don de Dios, de tal manera que conduce a la vida eterna. Aporta dos posibilidades: por un lado, simboliza  la revelación o doctrina de Jesús, Cristo sustituye a la Ley. Por otro lado, el agua viva es el Espíritu que Jesús comunica, de hecho, la expresión “don de Dios” era un primitivo término cristiano para designar al Espíritu Santo; es por ello que se cree que con este pasaje, el autor pretende recordar a los lectores que uno de los frutos del bautismo es el don del Paráclito .
En cuanto al diálogo con la Samaritana, ésta utiliza en varias ocasiones el término “Señor” para referirse a Jesús, es un término cristológico que supone la profundización en el misterio de Cristo. Este conocimiento irá ahondándose desde la sola mujer, hasta el conocimiento en él de todo el pueblo. Incluso en el versículo 26 el mismo Jesús se reconoce a sí mismo como Mesías; el motivo de hacerlo en esta ocasión, pese a ser un título que normalmente evita, se trata en que para los samaritanos este apelativo no tiene las connotaciones políticas como les ocurre a los judíos, sino que lo asemejan a un profeta como Moisés, alguien con una relación muy íntima con Dios, grande en obras y prodigios. Está utilizando Jesús la expresión de resonancias divinas “Egw eimi[6]” tan recurrente en el Antiguo Testamento puesto en boca de Dios. Ahora lo dirá Jesús para recalcar que ha llegado el momento de la Revelación de Dios en su persona al mundo, de ahí que al comienzo de la perícopa se puntualizara que se trataba de la hora sexta (cf. Jn 19, 14, donde a esa misma hora Jesús es presentado al pueblo que pide su crucifixión y Él lo acepta por amor a los hombres y obediencia a Dios).
Sin ser algo frecuente, Juan introduce el tema escatológico al modo en que lo hacen los sinópticos gracias al “se acerca la hora, ya está aquí…”, pues invita a una conversión, a llegar a ser un auténtico adorador en espíritu y verdad. Nos encontramos ante una alusión al don del Espíritu que recibirán los que estén preparados para acogerlo, de tal forma que posibilitará la venida del Reino, que con Jesús ya ha empezado. De hecho, se dice que Dios es espíritu, pero no a modo de definición como en otros escritos de la tradición joánica, sino que indica cómo son las relaciones que establece con los hombres, esto es, que les otorga el Espíritu que los hace nacer de nuevo. Como ya había indicado en el anterior diálogo con Simeón.
Cabe señalar a su vez, la disputa entre samaritanos y judíos, que ya se ha explicado en sus orígenes al comienzo de este comentario. Pero teológicamente se nos muestra que Jesús la resuelve gracias a que no trata de contraponer el culto externo al interno, pero en cierto modo sí realiza un contraste entre la adoración en Jerusalén o en Garizín y la que se vive en Espíritu y verdad, según el dualismo de la carne por un lado y el espíritu por otro. Cristo postula la sustitución de unas instituciones temporales como el templo, por una permanente que es el Padre. Dios puede ser adorado únicamente por quienes poseen el espíritu que los convierte en hijos suyos.
Otro elemento teológico que posee la perícopa es el tema de la misión, que el Señor muestra por medio de palabras que aluden al sembrador, los segadores, la semilla, el fruto. Este lenguaje nos indica que Jesús, gracias a un lenguaje común, comprensible, enseña a sus discípulos acerca de la labor que deben desempeñar. Es un catequista que adapta sus palabras al conocimiento de un pueblo eminentemente agrícola. El Padre ha sembrado, ellos tendrán que segar. Pero a la vez anuncia un nuevo orden escatológico en el que la cosecha ya está madura, la misión no puede retardarse más y hay que actuar. Pero teniendo en cuenta que unos han sembrado y son los discípulos los que deben segar. Cuando el texto habla misteriosamente de otros que sembraron, en el caso de los samaritanos, parece aludir a Felipe, el diácono, que predicó allí, de tal modo que fueron los apóstoles Pedro y Juan los que segaron al comunicar el Espíritu, siendo la alusión a la abundante cosecha que se esperaba. Parece ser que son muchos los samaritanos que siguieron a Jesús tras la predicación apostólica.
Por último vemos que el tema de la obediencia filial aparece velado, pero sí muy presente. Como se ha explicado más arriba, no era necesario cruzar Samaría, pues había rutas alternativas para ir de Judea a Galilea; sin embargo, al comienzo de la perícopa se nos dice que lo hacen por ser necesario, es decir, porque es voluntad de Dios y su Hijo siempre se muestra obediente, solícito en el cumplimiento. Y en relación a esto afirma Cristo de manera contundente: “mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra”, es por tanto, una misión hecha por Jesús al serle encomendada por el Padre.
En la liturgia esta perícopa se proclama el tercer domingo de cuaresma del ciclo A[7] con el fin de ayudarnos a salir de nuestros ídolos particulares, para prepararnos a contemplar los momentos trascendentales que van a ocurrir durante la pasión, muerte y resurrección. Es un discurso que anima al seguimiento y conversión que se reflexiona en el tiempo de cuaresma.

·        Bibliografía
-          BOVER, J. M. et O´CALLAGHAN, J., Nuevo testamento trilingüe. BAC, Madrid, 2005.
-          BROWN, R. E., El Evangelio según Juan. I-XII. Cristiandad, Madrid, 1979.
-          CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA., La Sagrada Biblia. BAC, Madrid, 2011.
-          PAGOLA, J. A., Jesús, aproximación histórica. PPC, Madrid, 2007
VV.AA., La Nueva Biblia de Jerusalén. Desclé



[1] Brown, R. E. El Evangelio según Juan I-XII. p. 407-408
[2]. Ibíd. 416.
[3] Para profundizar más en este aspecto de Jesús, baste consultar PAGOLA, J. A. Jesús. Aproximación histórica. pp. 211-236
[4] Brown, R. E. El Evangelio según Juan I-XII. p. 407
[5] Ibíd. 406.
[6] Bover, J.M. et O´Callaghan, J., Nuevo Testamento Trilingüe. p. 497.
[7] Conferencia Episcopal Española, Sagrada Biblia. p. 2106.

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