martes, 10 de octubre de 2017

COMENTARIO EXEGÉTICO A LA PERÍCOPA JN. 13, 1-20.

"Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. Llega a Simón Pedro; éste le dice: "Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?" Jesús le respondió: "Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde." Le dice Pedro: "No me lavarás los pies jamás." Jesús le respondió: "Si no te lavo, no tienes parte conmigo." Le dice Simón Pedro: "Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza." Jesús le dice: "El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos." Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: "No estáis limpios todos." Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: "¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. "En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que lo envía. "Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: El que come mi pan ha alzado contra mí su talón. "Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe, me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a aquel que me ha enviado." 
(Juan 13, 1-20)


a)    Estudio literario
1.       Delimitación de la perícopa
Siguiendo la división que propone el exegeta Raymond Brown, heredero de una tradición al respecto, vemos que el Evangelio según San Juan está escrito en dos partes que va del primer capítulo hasta el número doce, donde se desarrolla el llamado “Libro de los Signos” y ahora, a partir de este versículo comienza la segunda parte conocida como el “Libro de la Gloria”.
Hay dos características que diferencian esta segunda parte, de la anterior. En  primer lugar va dirigido al grupo reducido de los que creyeron en Él y, en segundo lugar, “describe la glorificación, es decir, «la hora» de la pasión, crucifixión, resurrección y ascensión en que Jesús es elevado hasta el Padre para gozar nuevamente de la gloria que tuvo junto a él antes de que existiera el mundo[1]. Estas diferencias se manifiestan ya en el primer versículo del Libro de la Gloria: «Sabía Jesús que había llegado para él la hora de pasar de este mundo al Padre; había amado a los suyos que vivían en el mundo y los amó hasta el extremo».” Nos encontramos, tras esta introducción al libro, en un lugar concreto, en una zona habilitada para cenar  y con unos protagonistas delimitados que son Jesús y los suyos “antes de la fiesta de la Pascua”.
Por tanto, es bastante fácil delimitar la perícopa en el inicio de la misma pero sí encontramos alguna que otra dificultad al querer delimitarla en el versículo 20 de este mismo capítulo, pues el versículo 21 retoma un asunto anunciado en los versículos 2, 10 y 18, la traición de uno de sus allegados. De esta forma, supondría una continuación del discurso pues no tenemos un cambio en el entorno ni en los interlocutores que son los mismos. Podríamos delimitarlo por lo tanto, siguiendo un criterio de contenido teológico del relato. En los primeros veinte versículos se narra el lavatorio de los pies y la lección que comporta; mientras que en los siguientes se centra en la acción que desempeñará Judas, el traidor, en la historia de la Salvación.


2.      Contexto literario e histórico-cultural.
Aunque como hemos afirmado antes hemos pasado del Libro de los signos al Libro de la gloria, la situación espacial de esta perícopa es exactamente la misma, Jerusalén, debido a la proximidad de la Pascua. Sin embargo, Jesús ha comprobado que los signos no son suficientes para que crean en él[2], de modo que renuncia a seguir realizando nuevas obras prodigiosas y da comienzo una instrucción más íntima para sus discípulos. Este libro que tiene la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús comienza con un signo concreto y significativo, el lavatorio de los pies durante una cena pascual, como expresión de humildad absoluta e invitación al seguimiento y la imitación.
El texto, como ya se ha indicado, nos sitúa en Jerusalén, concretamente en una casa donde tiene lugar una cena pascual. Todo judío varón mayor de doce años debía ir a la capital de Judea a celebrar la Pascua para conmemorar el rescate de los israelitas de la opresión egipcia por parte de Dios. De esta manera, Jesús y sus discípulos peregrinaron hacia allí para cumplir lo prescrito por la Ley. No está muy claro si nos encontramos ante una cena pascual o no. Lo que sí se sabe es que para celebrarla hacían falta un mínimo de diez personas y en el texto se nos indica que estaban los discípulos, sobrepasando el número mínimo necesario.
Por otro lado, la legislación judía[3] prescribía comer la cena pascual en la tarde con que finalizaba el 14 y comenzaba el 15 de Nisán. Pues bien, en Juan la última cena que compartió Jesús con sus discípulos no se especifica con exactitud qué día fue, simplemente que sucedió con anterioridad a la Pascua, situando en la víspera de la Pascua la condena y crucifixión del Señor. De esta manera, parece improbable que fuera una comida pascual. Sin embargo, en detrimento de los argumentos sinópticos que narran la secuencia de acontecimientos como pascuales (de hecho, la última cena es una cena pascual, y las torturas acaecen el 15 de Nisán), parece improbable que la flagelación, el camino con la cruz, la sepultura, etc. tuvieran lugar el día de fiesta, lo que apoya la cronología de Juan. En este sentido, cabe decir que la cena presenta rasgos pascuales que ya desarrollaremos más adelante.
Con respecto a la costumbre de lavar los pies, era necesaria si tenemos en cuenta que normalmente el calzado consistía en sandalias, así que era normal que tuvieran los pies llenos de polvo. Las normas de hospitalidad exigían al huésped que ofreciera agua para lavarse los pies. Pero así mismo, la Ley judía no permitía al señor pedirle a su esclavo, si este era judío, que le lavara los pies[4]. Sí lo podía hacer un discípulo por su maestro en señal de respeto; pero al hacerlo, Jesús se humilla y adopta la condición de siervo, es un abajamiento en su condición de Señor y Maestro, a la de siervo y discípulo.
3.      Género literario.
Nos encontramos ante un texto narrativo que comprende un signo, el lavatorio de los pies por parte de Jesús a sus discípulos. Hay además un pequeño diálogo entre Cristo y Pedro, y un monólogo de Jesús acerca de la humildad.
4.      Dificultades textuales.
La crítica textual nos dice que en el versículo 2 se puede leer o “estaban cenando” o “acabada la cena”, según el manuscrito que se siga; en el versículo 7, algunos manuscritos omiten la palabra “ahora”; en el versículo 10 también es frecuente que no aparezca “más que los pies”. Pero ninguna de estas palabras o expresiones tiene gran importancia teológica.
5.      Fuentes de la perícopa.
Como fuente de la perícopa podemos decir que es de tradición joánica, pues el signo del lavatorio de los pies en sí no aparece en ningún otro evangelio. Aunque sí encontramos ciertos paralelos que sí se encuentran en otros pasajes de los sinópticos como que Jesús tiene una cena con sus discípulos antes de la Pascua, el anuncio de que hay un traidor entre ellos, la sentencia “el criado no es más que su amo”. Sin embargo, según estudiosos como Bultmann, es fruto de reelaboraciones posteriores, pues considera que los versículos del 7 al 11 fueron añadidos posteriormente.
6.      Recursos literarios y estilísticos.
Utiliza mucho el presente histórico durante toda la narración (“se levanta”, “se quita el manto”, “se ciñe la toalla”) para darle un carácter interpelante hacia los lectores.
También utiliza el tono imperativo en las instrucciones que Jesús da a sus discípulos con una finalidad concreta: “debéis”, “para que creáis”, “también lo hagáis”.
Hay una referencia cruzada a la fiesta de la Pascua, detalle de gran relevancia para el curso de los acontecimientos pues motiva que Jesús viaje a Jerusalén, donde se desarrollará la Pasión; otra referencia cruzada sería al Salmo 40, pues aparece que se debe cumplir la Escritura. Se utiliza dos veces la fórmula de inicio de sentencias de Jesús: “en verdad, en verdad os digo” en los versículos 16 y 20.
Paralelismos antitéticos en versículo 3: “venía de Dios y a Dios volvía”; y también de tipo sinónimo en el versículo 14: “os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”, o en el versículo 20: “el que recibe a quien yo envíe, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”.
Por último también nos encontramos con una serie de elementos como los dichos populares del versículo 10 y 16, paréntesis explicativos en los versículos 2 y 11 y una pregunta retórica con cierta ironía en el versículo 12: “¿Comprendéis lo que he hecho?”
7.      Vocabulario significativo.
“Amó hasta el extremo”, “Yo soy”, cena, ceñir, corazón, diablo, discípulos, hora, jamás, lavar, limpio, los suyos, Maestro, mundo, Padre, Pascua, quitarse (el manto), recibir, saber, Señor.
8.      Estructura.
Podríamos dividir la perícopa en tres partes, con una introducción al Libro de la Gloria, y dos interpretaciones diferentes del lavatorio de los pies.
v. 1: Introducción al Libro de la Gloria.
vv. 2-11: El lavatorio, interpretado como símbolo de la muerte de Jesús, con referencia secundaria al bautismo. Esta parte además se dividiría en otras cuatro partes:
·         vv. 2-3: Introducción.
·         vv. 4-5: Lavatorio.
·         vv. 6-10a: Interpretación en diálogo.
·         vv. 10b-ll: Alusión a Judas.
vv. 12-20: Otra interpretación del lavatorio, como ejemplo de un humilde servicio. Dividido a su vez en tres momentos:
·         vv. 12-15.17: Interpretación en discurso.
·         vv. 16 y 20: Sentencias aisladas con paralelos en Mateo.
·         vv. 18-19: Alusión a Judas.
b)   Estudio Teológico
Parece ser que la enseñanza principal que recoge esta perícopa es la humildad que todo seguidor de Jesús debe vivir como pilar de su propia existencia. Jesús es el Maestro, es el Santo de Dios[5], y también es el Salvador del mundo[6]. Sin embargo, se ciñe él mismo la toalla como si de un sirviente se tratase. Esto significa que el que quiera seguir al maestro ha de comportarse igual que él, servir y no ser servido. Este gesto representa anticipadamente la muerte, pues el lavatorio es un servicio al prójimo al igual que lo será cuando entregue su vida por los demás. Todo ello hecho por el amor que nos tiene, es la prueba mayor del amor que nos profesa Jesús, es capaz de rebajarse a la condición de servicio incluso hasta la muerte.
Por tanto hay una clara referencia en esta acción con su muerte, es decir, con la pasión. Prueba de ello la tenemos en el empleo de la expresión “se quitó” (es un despojarse), que es el mismo verbo que usará en Jn .10, 11.15. Para referirse a la entrega de la vida. Además, a esto se suma el término “hora”, que será clave en esta sección del libro de la gloria, es el momento clave de su pasión, lo que supone una victoria, por significar el regreso al Padre. De esta manera, la pasión, muerte, resurrección y ascensión han de ser entendidas como un todo y llevar al seguidor de Cristo a un acto de fe completa en Él.
Todo esto lo hace por nosotros, porque Jesús nos amó hasta el extremo. De hecho en su pasión se ve la entrega oblativa de su vida, que es fruto del amor que Dios nos tiene. Brown apunta un doble significado de la expresión del versículo 1: “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”:
-          Según Brown, por un lado recoge un contenido de finalidad, hasta el término de la vida, porque ese amor conlleva el fin de su vida
-          Por otro lado se nos presenta la muerte voluntaria como expresión suprema del amor.
En cualquier caso, que el Hijo de Dios esté dispuesto a someterse a la muerte hace que el elemento de entrega por amor y en actitud humilde adquiera más fuerza. Por tanto, apunta Brown que esta obra de servicio es relacionada con la pasión del Señor, es un anuncio de la necesidad salvífica de su muerte, que dará a los hombres la posibilidad de tener parte en su herencia y que limpiará del pecado.
También tenemos, con una gran significación, el término “mundo”, el cual en esta sección del libro de la Gloria aparece casi siempre relacionado con el ámbito del mal, aunque en realidad, en el versículo 1 hace referencia a la oposición entre lo de abajo y lo de arriba, entre lo terreno y lo celestial. Es importante conocer esta apreciación para entender el proceso de abajamiento de Dios, de arriba abajo y no como una contraposición entre lo bueno y lo malo.
De igual forma podría decirse que es una perícopa sacramental, pues en ella podemos descubrir una alusión a la eucaristía. En Juan el lavatorio de los pies sustituye la acción de Jesús sobre el pan y el vino, ambas son fruto del amor. Proceden del amor y conducen a él por su repetición. Aunque algunos autores lo discuten porque no aparece ninguna alusión a las especies, el pan y el vino, ni a las acciones de comer o beber; de esta manera, se piensa que pueda hacer más referencia al bautismo, aunque de forma secundaria, pues, de hecho, se emplea el verbo “bañar” (utilizado en el Nuevo Testamento para referirse a este sacramento), ya que no podemos olvidar que la purificación del pecado era una parte importante de las expectativas judías respecto al baño escatológico.
También se debe de resaltar que en todo momento se quiere dejar constancia de que Jesús es dueño de su vida y domina las circunstancias. No es un prisionero del devenir que se deja arrastra por las circunstancias, sino el dueño y señor de cada acontecimiento. Él dona su vida de forma totalmente voluntaria, aunque sabe que uno lo va a traicionar, sabe también que sufrirá dolor, pero lo acepta porque es obediente hasta el extremo al mandato del  Padre, con quien forma una unidad tal que recibir a uno supone recibir al otro.
Este texto es clave así mismo para entender que Juan cuando nos narra un signo, pretende revelarnos algo más de la identidad de Jesús, en este caso concreto se trata de las características de su amor. Para Cristo el amor es lo más importante, es lo que mueve su vida, es lo que permite esa identificación de Él con el Padre, y si nosotros lo imitamos, también a nosotros se nos identifica con él y el Padre.
Para acabar este comentario, habría que indicar el papel que tiene en la liturgia. Es un texto de tal importancia en la dimensión celebrativa de la Iglesia que se utiliza el jueves santo a modo de última cena para invitar al servicio, a la igualdad de dignidades, a la humildad y al amor, que permite aguardar con esperanza la Resurrección; cabe señalar que se lee solo hasta el versículo 15, reservando la perícopa desde el 16 al 20 al jueves de la IV semana de Pascua concluyendo con ello el relato, que ha quedado suspendido en el tiempo. Es una perícopa central en el sentir de la Iglesia que lo sitúa en su fiesta más importante.
·        Bibliografía
-          BOVER, J. M. et O´CALLAGHAN, J., Nuevo testamento trilingüe. BAC, Madrid, 2005.
-          BROWN, R. E., El Evangelio según Juan. XIII-XXI. Cristiandad, Madrid, 2000.
-          VV.AA., La Nueva Biblia de Jerusalén. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998.



[1] Cf. Jn 17,5
[2] Cf. Jn 12,37
[3] Cf. Lv. 23,5
[4] Cf. Ex 21, 2
[5] Como también puede verse en Jn. 6,69
[6] En Jn. 4,42 se le cita así

1 comentario:

  1. Muy bueno o mejor excelente, solo le hizo falta haberle planteado unos obejetivos.

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