viernes, 25 de junio de 2010

Reflexion personal de:"critica de las ideologias"- Rafael Del Aguila

El autor:
He creído conveniente comenzar mi reflexión hablando del autor, ya que al ser una obra crítica este juega un papel fundamental para su comprensión. Por ello, y tras la lectura del libro he llegado a la conclusión de que podría englobarse a Del Águila en una corriente liberal crítica, ya que sus reflexiones sobre la opresión en cualquier ámbito (político, intelectual,…) me hace pensar que es liberal, pero además es una persona muy crítica incluso con los propios liberales.
Añadir también que el autor es un gran estudioso de la ciencia política, y además especialista en teoría política. Por ello, tras indagar en varios escritos suyos he observado que cree en una ciencia política normativa y de carácter dialógico, ya que gusta de crear normas que engloben el estudio de la política y además introduce siempre varias reflexiones de otros autores que parecen conversar o diluir las suyas propias. Por tanto se podría decir que la filosofía de Rafael Del Águila recupera la tradición de los Neo-aristotélicos.

El libro:
1. La era de la violencia idealista
En el primer capítulo muy acertadamente el autor nos ilustra que el S. XX ha sido una época muy convulsa y ha servido de escenario a un período de terror constante en la mayoría de países. A mí me llamó la atención los datos estadísticos en los cuales se observa que el comunismo ha acabado con una estimación de 85-100 millones de víctimas mientras que el nazismo hizo lo mismo con entre 20 y 30 millones . Estos datos son sorprendentes si se tiene en cuenta que históricamente y en la conciencia colectiva se le tiene más miedo a la ideología nazi que a la comunista, cuando esta última ha dado sepultura a una cantidad superior de seres humanos. Claro que el motivo de este temor hacia el nazismo vendría dado porque sus víctimas se produjeron en tan solo 12 años, frente a los 70 años que duró el comunismo. Si se quisiera obtener el número de muertos en un año, nos daríamos cuenta que en el comunismo morían 1,32 millones de personas al año, mientras que en la época del nazismo la cantidad era de 2 millones, casi 700.000 personas más al año . La forma de lograr esa diferencia anual sería con un sistema más violento y con una rapidez de exterminio superior, lo cual dejaría más marcada la herida y por tanto más terror en la opinión pública.
Sin embargo, y esto también está tratado en el libro, las personas de esos países apoyaron, al menos al principio, sus regímenes totalitarios. Esto se debe sobre todo a que los ideales despersonalizan ese número de muertos y a los que los ejecutan los convierten en personas que no piensan sus acciones, tan solo actúan por orden de un superior que a su vez obedece ordenes de superiores y así sin llegar a una persona final. Por tanto los habitantes de un país no son conscientes de estos asesinatos de estado o del terror que hay en la calle hasta que no les afecta directamente. Pude observar esta situación en una conversación entre la criada alemana y el juez encargado de hacer justicia en los juicios de Núremberg, dónde ella le respondía al Juez que no sabía lo que estaba ocurriendo en Alemania, y además en el caso de haberlo sabido que hubiera podido hacer .
La última explicación que obtengo de este capítulo es que el S. XX ha sido una era de asesinatos y terror por defender ideales puros. Por tanto la experiencia histórica nos demuestra que no deben existir ideales puros, ni debemos ser fanáticos de unas ideas universales, ya que estas no existen, siempre nacerán o se confrontarán nuestras ideas, nuestro ideario con el de otra persona. Por tanto debemos ser conscientes de que para mantener una perfecta convivencia todos los ideales deben respetar y ser respetados entre ellos. Sólo de esta forma evitaremos volver a repetir el funesto S. XX.
2. Emancipación: Revolución y utopía.
El autor nos sorprende en este capítulo con una reflexión que hemos oído centenares de veces: “La verdad vencerá”. Pero nos indica que al final esta frase será cambiada por: “lo que vence es lo verdadero”. Dándonos a entender que la historia la escriben los vencedores, y por tanto lo que nos parece cierto, tradicional o justo responde a unos orígenes que nada tiene que ver con la aproximación conceptual que podamos otorgar en la actualidad. Por tanto es posible que nuestros ideales en la actualidad, esos que tenemos interiorizados y que nos rigen en occidente, sean falsos frente a los que comparten otras culturas, sin embargo eso es lo que nuestros ideales han buscado siempre, poseer la razón y con ella el poder de convicción sobre los seres poseídos.
Pero uno de los problemas de nuestra sociedad actual, es que está muy influenciada por ideas maniqueas. Siempre se tiende a pensar en un bien y un mal absoluto, un blanco o un negro sin querer otorgarle a la paleta más colores que esos dos. Ahí es dónde se encuentra la radicalidad en el pensamiento, poseemos ideales absolutos y los concentramos en un lado del muro y al otro lado se encuentra otro muro que a su vez también posee ideales absolutos. Además de vez en cuando se enfrentan esos dos ideales con el fin de ver cuál de los dos vence, y por tanto es el cierto. Estas ideas están arraigadas en nuestra conciencia desde los albores de la humanidad, son ideas milenarias que han regido de siempre nuestra conciencia del mundo y nos han sido heredadas de la tradición de pensamiento judeocristiana.
En todos los lugares dónde convivan seres humanos habrá una ideología que gobierne el lugar, pero también puede surgir otra ideología o ideologías que vayan contra el poder establecido, entonces estaremos hablando de ideales revolucionarios. Estos son los que a través de una idea, intentan socavar con el statu quo y colocar otra ideología en la cúspide de la pirámide del poder, que al modo de entender revolucionario es más justo; y así será en función de que gane o pierda esa lucha con la ideología en el poder. Nacería por tanto un conflicto entre ideas, pero esas ideas por sí mismas no existen, sino es por la existencia de seres humanos en comunidad, por tanto son los seres humanos, y no las ideas en sí, los que se enfrentan, dando origen al conflicto social. Llegados a este punto, y enfrascado en esa lucha de ideas, es dónde debe aparecer la política. Pero la política como pacificadora de ese conflicto social. Aquí lo interesante es ver qué solución se da a cada conflicto social en referencia al tipo e intensidad de conflicto exista .
Claro que dentro de este conflicto social surge un problema que es si la política en cuestión de resoluciones del conflicto, debe o no debe ser ética. ¿Justifica el fin los medios con el único objetivo de procurar la paz? La respuesta no es fácil de obtener: porque si se respondiera que el fin justifica los medios, entonces por ejemplo, en un caso práctico, se vería justo el genocidio de Ruanda, ya que el conflicto concluiría con la matanza de todos los Tutsi por parte de los Hutus en la lucha por el poder, lo que se observa que es una aberración; pero si la respuesta fuera que el fin no justifica los medios entonces en el caso anterior la política internacional tendría que haber resuelto el conflicto antes de que esto ocurriera, o por lo menos haber intervenido antes evitando que 275.000 tutsis fueran aniquilados, podría haberse evitado el 25% de muertes en el conflicto.
Como se observa, la política lo único que puede lograr es minimizar el conflicto pero rara vez acaba con él. Por ello en algunas ocasiones nos encontramos con la siguiente paradoja: la ética sirve para que los seres humanos actúen de una manera particular, por tanto es constructora de almas; pero si mi ética choca con la de mi vecino entonces se generará una violencia que intentará que mi ética prevalezca sobre la del otro, y por tanto legitime que mis acciones éticas son las justas; pero al caer en esa lucha nos encontramos con una pérdida de ética, aunque los vencedores piensen que sus acciones son éticas por el mero hecho de haber ganado, en la lucha sempiterna del conflicto social, lucha que se gana temporalmente ya que la historia nos demuestra que el que hoy ganó (gobierna) mañana puede perder (ser gobernado por otro).
3. Autenticidad: Identidades, etnicidad y fundamentalismo
Una vez que una ideología ha alcanzado su meta, el poder para intentar transmitir a todos los demás su verdad universal, nos encontramos con que esa ideología debe dar autenticidad a sus acciones, debe legitimarse para justificar todas y cada una de sus obras, éticas o no, para que el resto de las personas vean lo cierta que es esa idea gobernante.
Para lograr autenticidad en una idea, es necesario un apoyo intelectual, grandes pensadores deberán dar una base más o menos científica a la acción de la ideología. Pero también existirán los que se opongan a esas ideas. Por ejemplo el autor nos habla de que han de existir lazos que unifiquen a todos los individuos de una nación, es decir, se buscaran conceptos como la religión, la raza, la historia, etc.…, para que la ideología sea única entre todos. Por tanto daría autenticidad a los que la practicaran. De esta forma nacerán ideas como: el nacionalismo radical (somos superior al resto porque nos avalan unas señas propias), el racismo fascista (nuestra raza es superior), la ferocidad identitaria (estamos en posesión de la verdad porque nuestra identidad nos hace superior), el fundamentalismo cristiano o musulmán (Somos el pueblo de Dios y por ello los elegidos).
Pero construir esas ideas, esos odios hacia otras razas, religiones, naciones,…, nace de pensadores que tienen que legitimar las acciones de los gobernantes. La mayoría de estas ideologías no están en el ser humano, sino que son artificio de este para lograr la supremacía del individuo. Por ello pueden existir pensadores que se opongan a esta forma de actuar. Por ejemplo el nazismo necesitó de muchos ideólogos que defendieran la supremacía de la raza Aria, que justificaran el exterminio de judíos, polacos, gitanos, etc. y que permitieran matanzas y exterminios, así como una era de terror controlada desde las SS y las SA. A la par que estos intelectuales se ocupaban de tomar el poder, existían otros que luchaban por que las otras ideas no fueran las verdades universales. Estos autores fueron importantes para resistir el indiscriminado ataque a la libertad que asolaba Europa durante la II guerra mundial. Creo de recibo nombrar algunos de ellos para que sus nombres figuren en la memoria de los que resistieron la tentación de que sus ideas fueran superiores a las del resto, entre ellos se destacan: Raymond Aron, Isaiah Berlin, Karl Popper, Norberto Bobbio, Jan Patocka, Theodor W. Adorno, Hannah Arendt y Theodor Eschenburg .
Gracias a autores como los anteriores, y a muchos más que se me quedan en el tintero, se logró no sólo que durante la II Guerra Mundial se conservara la idea de que todas las ideas sin supremacía exclusiva estaban admitidas y que después de acabar el conflicto militar-intelectual, se tuvieran como referente de construcción de una nueva concepción humanista, en las cuales la libertad de todos, en todo su ámbito, sobrepasaba a las ideas de unos cuantos intelectuales ansiosos de poder.
Sin embargo debemos ser conscientes de que en la actualidad aún somos conscientes de grupos religiosos que creen ser superiores, y autentifican su superioridad por ser el pueblo de Dios. Esta afirmación se les puede achacar desde a los fundamentalistas cristianos hasta a los fundamentalistas musulmanes, pasando por los fundamentalistas judíos (que el autor del libro parece obviar). Estos fundamentalistas religiosos son los que en la actualidad mantienen esas ideas de superioridad.
Los puritanos cristianos son capaces de cambiar leyes y de crear grandes movimientos de masificación para cambiar leyes que a su modo de entender consideran injustas, llámense ley del aborto, eutanasia, matrimonio homosexual, etc., intentan que su religión recaiga en la conciencia colectiva y encima castigar a los que van en contra de sus creencias. En el mundo musulmán la cosa no difiere demasiado, aunque más radicales, poseen mecanismos terroristas que lleven sus ideas a fuerza de fuego alrededor del mundo. Ellos con su cruzada particular quieren que todos crean en su Dios, sin importar cuánta sangre se derrame, incluso de sus propios creyentes, menos radicales. Por último se debe indicar la tercera en nombrarla, la primera históricamente, que es el judaísmo. Esta religión, aunque no está tratada en el libro, nos deja entrever que ellos son el pueblo de Dios, por ello no necesitan del resto de los mortales para llevar a cabo sus ideas. Un judío de los llamados ortodoxos, defendería con un racismo feroz, que su comida ha de ser coché, sus ropas especiales, sus oraciones continuas y su raza tan superior que se permitiría la ocupación de Palestina en pro de su sagrado estado de Israel.
Como vemos estos fundamentalismos religiosos poseen el interés de crear leyes y estados en los cuales ellos tengan la supremacía y el control total de sus habitantes, así como de sus posesiones. Desde el estado de Israel hasta el de Arabia Saudí, pasando por el Vaticano, todos crean un códice que les permite controlar en Derecho a sus fanáticos religiosos, además poseen mecanismos de control para que sus seguidores no se apartaran de la “verdadera fe”. Por tanto estaríamos hablando de lo que Rousseau llama el Derecho del más fuerte, ya que él afirma que el más fuerte deberá crear Derecho para que su poder sea siempre el mejor, el que permanezca intacto .
4. Democracia: Civilizar y globalizar.
Al hablar de la democracia, el autor comienza desde sus orígenes teóricos y acusa a los padres de racistas, es decir, comienza ilustrándonos que la democracia desde sus orígenes ya estaba corrompida de prejuicios hacia el resto. Esto es cierto, pero yo me he atrevido a hacer distinción entre dos tipos de autores dentro de este racismo: los que no conocían lo que criticaban y los que sí lo conocían. De esta forma nos encontramos con autores que creían que las demás razas diferente a la suya eran inferiores pero que jamás habían conocido a nadie de otra raza, por lo tanto sus creencias se basaban en documentos leídos e influencia de la opinión pública de la época, estos autores sería: David Hume o Inmanuel Kant, en el caso de los negros y tropicales, y James Mill en el caso de los Indios .
Después de estos vendrían los que sí conocieron y convivieron con otras razas, e incluso las ayudaron a independizarse, pero que no las admitían como iguales. Es el caso de los autores de la enciclopedia británica, los cuales habían convivido en las colonias con otras razas; Thomas Jefferson, gran defensor anti-esclavitud de los negros pero que a la vez es un gran crítico con los de esta raza; Hegel, critica la pereza de los indígenas sudamericanos los cuales han de ser esclavos por los europeos, que los trataran mejor que ellos mismos ; o John Stuart Mill, el cual cree que a otras razas no blanca no se le puede dar libertad. Pero se ha de abogar también por estos autores e indicar que ellos, aunque adelantados en sus filosofías, fueron esclavos de su tiempo.
De todas formas se debe señalar que estos autores pensaban, como ya se ha dicho por esclavitud a su época, que lo que decían era por el bien de las otras razas, ya que ellos buscaban una justificación humanitaria a las conquistas coloniales: “Vamos a civilizarlos”. De esta forma justificaban las acciones radicales que sus gobiernos realizaban en aquellos continentes que ocupaban y en aquella población autóctona que diezmaban. Lo que ocurrió que las ideas que estos autores tan iluminadamente sembraron en la época colonial, sirvió para que se diera lugar una I y II Guerra Mundial, la cual buscaba entre otras cosas, el control colonial. Dando lugar a los totalitarismos del S.XX.
Pero la idea de los intelectuales a la hora de llegar y conquistar el nuevo mundo era la de desposeer a los bárbaros de su condición de salvajes, ellos transmitían el don de humanidad a los conquistados. Cómo indica Sepúlveda, ellos son generosos a la hora de conquistar ya que las costumbres bárbaras son “contrarias al Derecho natural” y por tanto corresponde a ellos el darles un código que les permita subsistir a favor de la naturaleza y sus designios.
Lo mismo ocurrió en la conquista del oeste norteamericano. Los conquistadores llevaban desde la costa este de los Estados Unidos hasta la costa oeste un avance territorial, pero a la vez un triunfo de sus fronteras, ya que consideraban afortunados a los territorios indios que al ser destruidos entraban al amparo de la todo protectora democracia estadounidense. Para los americanos el extender su frontera de una costa a otra de Norteamérica suponía un avance territorial y político importantísimo, pero también lo consideraban un acto de civilización extremo que conseguía enseñar a los bárbaros la democracia y el progreso. Ellos creían en la necesidad moral de transmitir sus ideales a esos pueblos “subdesarrollados” de ahí que Jefferson apoyara el exterminio de esos pueblos que eran inferiores al americano. Él proponía transmitir la civilización con la paz pero si ellos levantaban el hacha de guerra serían exterminados .
Este pueblo americano se cree superior al resto por su progreso científico-cultural, pero se asemeja mucho su racismo al del antiguo pueblo israelita, ya que si se analiza con atención se puede observar que, pese a que es una sociedad laica, los discursos políticos poseen una fuerte carga religiosa. Pero se debe señalar que la mayoría de los textos que figuran en los discursos de Bush recogidos en este libro hacen referencia a textos del antiguo testamento, y por tanto son anteriores a la revelación (Jesucristo). Al ser anteriores nos asemejan a una sociedad más judaica que protestante, ya que estos últimos consideran más sagrados los textos del nuevo evangelio que del antiguo. Además la imagen que intentan transmitir es la del Dios furioso y celoso de su pueblo, cosa esta que Jesús transforma al hablar de Dios. Bush y la política americana nos habla de la venganza de Dios si no se cumplen sus designios (actitud poco cristiana, pero que sirve para acercar a las personas a ciertas decisiones) sin embargo Jesús nos habla de todo lo contrario: Dios es amor . Sin embargo prefieren hacer una interpretación de las Sagradas escrituras a favor del gobernante, de esta forma legitiman acciones que van contra la voluntad de Dios.
Llegados a este punto y para concluir con las reflexiones en materia de religión, me gustaría apuntar dos críticas al autor del libro: en primer lugar la utilización de textos del Corán para hacer la crítica del fundamentalismo cristiano , pudiendo utilizar las de la propia Biblia; y en segundo lugar la utilización durante toda su obra de la palabra Dios en minúscula, mientras que Iahvé ha sido utilizado siempre en mayúscula, siendo ambos sinónimos y haciendo referencia al mismo Ser.
5. Modernidad y democracia: Un ajuste de cuentas
En este capítulo cabe señalar el magnífico análisis que hace el autor al señalar la fuerza que tiene la burocracia como máquina de dominación. Como ya se señaló al principio de esta reflexión, el crear una maquinaria sirve para desposeer al individuo de responsabilidad y por tanto otorga a la política una acción completamente deshumanizada, permitiendo que técnicos se encarguen de realizar obras que puedan suponer la muerte o asesinato de personas sin que sean conscientes de ellos. De esto nos enseñaron mucho los ya comentados Nazis y comunistas de la URSS.
Es muy interesante a su vez, el estudio que realiza Rafael Del Águila al hablar de la razón en Max Weber, ya que termina dando por conclusión que el uso de la razón material y formal logra que se pierda paulatinamente la cultura . Además se observa que a más razón menos libertad , y eso se puede observar hoy en día en la sociedad. Como diría Agamben, refiriéndose a que un campo de concentración es “la matriz oculta, el nomos del espacio político en que vivimos todavía” .
6. Políticas de mesura.
Para concluir este libro no podía haber sido más acertado el autor, ya que nos enseña lo que todos teníamos en nuestra mente. Después de ver lo malo que tienen las ideologías, lo peligroso de seguir unos ideales y hacerlos universales, llevarlos al borde de nuestra vida, nos demuestra que la solución que nos evitaría tener que repetir los errores que han convertido el Siglo XX en el peor de la historia de los ideales es el de crear políticas de mesura. Es decir, resolver el conflicto social que nace de la confrontación de ideologías sería el de realizar políticas de mesura. Además estas decisiones se englobarían en una democracia como un principio de importancia máxima, otorgando a los gobernantes el paralizante de no deber realizar acciones que favorezcan una ideología en pro de dejar otra de lado, sino que deben buscar el punto justo, para que en sus acciones estén todas las ideas representadas y respetadas, por muy minoritaria que estas sean. Por tanto debemos ser democráticos y respetar para ser respetados y si todas las personas que conviven en un estado respetan que las ideologías de los demás estén en fraternidad con las suyas propias, sin pensar en cual es superior o intentar acabar con la contraria, podríamos decir, al contrario de Michael Mann, el ethnos no asesinó al demos, sino que el demos favoreció la existencia del ethnos y ambos aprendieron a sobrellevarse en nuestra sociedad. Pero hasta entonces todo es utopía.
Bibliografía utilizada:
• DAHRENDORF, Ralf: La libertad a prueba. Los intelectuales frente a la tentación totalitaria. Ed. Totta, 2009
• DEL ÁGUILA, Rafael: Crítica de las ideologías. El peligro de los ideales. Ed. Taurus, 2008
• ENCICLOPEDIA: “Gran Espasa Universal”, Ed. Espasa Calpe, 2008
• KUPERMAN, A.: "El genocidio de Ruanda, una reconsideración", Política Exterior, número 74, año 2000.
• MARTÍNEZ PUCHE, José A.: Evangelio 2010. Ed. Edibesa, 2009.
• ROCHER: manual de sociología. Ed. Ariel, 2001
• ROUSSEAU, Jean-Jacques: El contrato social. Ciencias y humanidades. Ed. Austral, 2007
Filmografía referenciada:
• KRAMER, Stanley: Vencedores o vencidos (También traducido como Los Juicios de Núremberg). EEUU, 1961

viernes, 18 de junio de 2010

reflexión sobre: "El federalista de Alexander Hamilton, James Madison y John Jay

Es realmente sorprenderte analizar un texto como el federalista y darte cuenta de que en él se encuentran las bases teóricas de la constitución americana. Llama la atención que estos tres autores se unieran con el fin de esclarecer las ideas y funciones de un nuevo tipo de Estado, el federal. Pero si analizas detenidamente la situación de las colonias americanas, las trece colonias de la Commonwealth, rápidamente te percatas de que el poder y las atribuciones de cada uno de los Estados nacidos de la emancipación colonial estaba gobernado a su modo y con sus propias maneras de auto-gestionarse; por ello la idea de crear un poder superior al de cada una de las colonias, recién constituidas en estados, y que este poder fuera capaz de unificarlas a todas sin perder estas sus competencias, era cuanto menos complicado.
La mejor definición de este tipo de gobierno, al menos en la época en la que se dedica este estudio, la dio Alexandre Hamilton al decir que: Hay algo noble y magnífico en la imagen de una gran República Federal, claramente unida en aras de un interés común, con tranquilidad y prosperidad en su tierra, y respetado en el exterior, pero a su vez hay algo proporcionalmente empequeñecedor y despreciable en la idea de un grupo de Estados sin peso, que sólo aparenta la unión” . Y he aquí la idea subyacente de esa unión, el querer aparentar una fortaleza de cara al exterior y unos objetivos comunes a las colonias que les impulsan a caminar todas en unión y no separadamente.
Tambien es sorprendente que la libertad religiosa en la creación de la república federal está en continuo debate, todos parecen estar de acuerdo en que EEUU debe ser un país completamente aconfesional y que respete las ideas religiosas de todos los ciudadanos. Pero sin embargo ya desde el principio la imagen, idea y plasmación real de referencia a la deidad queda latente en todos los norteamericanos, desde Washington a Obama, todos los presidentes van a hacer referencia a Dios, y por supuesto su religión será un factor decisorio a la hora de elevar las votaciones.
Aunque será de notorio interés observar que las disputas religiosas, son las que impulsan a James Madison a decir que una confrontación de varias ideas, de varias “sectas”, en definitiva, varios partidos, son los que hacen que la política sea fructífera, al tener que estar todas estas formas conviviendo en armonía, e incluso alternándose en el poder, de forma democrática por supuesto.
Otras cuestiones que son dignas de aclarar son las ideas que entran en disputas entre estos autores, me llamó la atención por ejemplo que mientras que Hamilton opinaba que la misión de declarar la guerra correspondía al legislativo, madison opinaba que lo mejor sería situarla en el ejecutivo. No cabe duda que mientras uno quería mostrar fortaleza del ejecutivo de cara al exterior, el otro buscaba una mayor concentración de competencias en el legislativo, y por tanto una mejor democracia.
Por último, concluir observando que en definitiva lo que los norteamericanos hicieron fue aplicar las ideas religiosas y la forma de organización, muy individual y con un poder muy descentralizado, de las comunidades puritanas protestantes, que conviven en este país. La idea de que si en una comunidad religiosa podemos autogobernarnos los propios miembros sin necesidad de un poder superior, llámese Papa o Rey de Inglaterra, se traspasa a la política. De esta forma una idea preeminentemente religiosa, termina por convertirse en una construcción política. Pero además estas pequeñas comunidades se podrán unir para tener más fuerza aunque rara vez perdiendo autonomía o autogestión, sino que al unirse gana poder y fortaleza de cara al exterior. De esta forma se lograría el resultado de este experimento estadounidense: Una república Federal dónde todos son iguales y conservan sus cualidades como estados, pero están unidos por un poder común.

Bibliografía base del análisis:
• BLANCH, Daniel: El Federalista, de Alexandre Hamilton, James Madison y John Jay. Editorial Akal, Madrid
Bibliografía utilizada:
• DEL ÁGUILA, Rafael: Crítica de las ideologías. Editorial Taurus. Madrid.

viernes, 11 de junio de 2010

Reflexion sobre: “Democracia y crítica de la civilización en Max Weber y Hannah Arendt”- W. Thaa

“Atribuir a la época actual del gran capitalismo” una “afinidad con la democracia o, incluso, con la libertad” (en cualquier significado de la palabra) es algo “eminentemente ridículo” (Max Weber, 1988b, 64) . Al leer estas palabras me sorprendí de oír esa crítica al capitalismo, acusándolo de ser incompatible con la libertad, sobre todo porque dice Milton Friedman que el capitalismo en sí se basa en la libertad económica “y la libertad económica es un medio para la libertad civil o política. Al permitir una efectiva separación entre el poder económico y el político, reduce los costos de la idiosincrasia política y proporciona numerosos centros independientes de potencial oposición a la supresión de la libertad” . Por tanto Friedman nos demuestra que no toda libertad se pierde por la acción del capitalismo, como afirmaba Thaa al explicar las teorías de Weber.
Leyendo la crítica que hace Weber sobre la pérdida de democracia en la civilización, me lleva a nombrar a su discípulo Michels, el cual en su “Ley de hierro de la Oligarquía”, nos demuestra como las élites utilizan este sistema democrático para controlar asociaciones y partidos políticos, y por tanto ostentar el poder. Al crearse dentro del sistema democrático estructuras oligárquicas se consigue que se desvíen a las organizaciones de los medios y fines de esa práctica democrática, como afirma el profesor Mantecón .
La prueba más evidente de la pérdida de democracia la encontramos en la burocracia, que es uno de los pilares de la organización política actual. Esta burocracia está organizada de manera piramidal concentrando el poder en la punta superior y no en las bases como debería ser en un sistema democrático. Pero al fin y al cabo la democracia no es más que un instrumento, y esto es lo que nos lleva a la idea de Arendt de “no distinguir la utilidad y el significado de una cosa” (pág. 18). Si concebimos la democracia sin distinguir su utilidad y su significado estaremos legitimando un medio de poder para que esas élites de la cúpula piramidal gobiernen al resto, estaremos en “la degradación de todas las cosas de la naturaleza y de este mundo a simples medios, la imparable pérdida de valor de todo lo existente, el incremento de la falta de sentido que devora, a lo largo de su recorrido, todos los fines para convertirlos a su vez en medios...”.
Aunque se debe ser consciente de que Arendt concibe una civilización organizada en pequeños grupos, como puede ser el ejemplo de las antiguas ciudades-estado griegas, mientras que Weber concibe su teoría de la civilización y sobre todo su burocracia como medio de política pensando en grandes aglomeraciones de personas que sería imposible de gobernar al estilo democrático de la antigua Grecia. Aunque una buena solución a esa pérdida de democracia estaría en la solución aportada por Lukács que invita a acabar con las clases sociales para poder crear una verdadera democracia en todos los sentidos.

Bibliografía base del análisis:
• Thaa, Winfried: “Democracia y crítica de la civilización en Max Weber y Hannah Arendt”


Referencias utilizadas
• Friedman, Milton: “Capitalismo y libertad” en: http://www.neoliberalismo.com/capital_libertad.htm (consultado el 28 de Abril de 2010)
• Mantecón Terán, Alejandro: “La estructura del poder en las sociedades y culturas contemporáneas. Un modelo teórico desde la sociología”.