Lo
único que necesitaba la mal trecha economía española es que un estado comenzara
a intentar solventar sus deudas a costa de expropiar las empresas de nuestro
país en el extranjero; y esto es lo que ha ocurrido con la expropiación de
Repsol por el Estado Argentino.
Pero
lo serio de este asunto radica en tener que considerar que al expropiar
Argentina se está entregando una carta de libertad a otros Estados para poder
hacer lo mismo. De hecho el estado Boliviano ya ha seguido la senda de
Argentina y ha expropiado la filial de Red eléctrica española. Esperemos que
sea el último caso de expropiación y no debamos de lamentarnos con más sucesos
como estos.
El
problema que encuentro de la expropiación es que el dinero que se paga por la
compañía es muy inferior al que debería de ser, ya que el Estado cataloga las
acciones a la mínima y paga un precio insuficiente por la expropiación. Quedando
además al poder de una compañía tan importante como es Repsol en Argentina y
con el suministro de petróleo controlado.
Esta
acción que puede ser considerada de usureros y ladrones de guante blanco, ha de
tener una respuesta inmediata por España y la Unión Europea, para evitar
episodios de propagación de la medida como ha ocurrido en Bolivia. Las medidas
que se han de adoptar pasan a lo mejor por la ruptura de relaciones comerciales
con Argentina, o por la suspensión de los beneficios económicos que gozaba el
país con la Unión Europea. Otra de las medidas que se me ocurriría, aunque más
radical y en la política internacional se ha de ser cauto, es el cierre
inmediato de todas las oficinas consulares y embajadas de España en Argentina,
así como la retirada de todos los acuerdos internacionales en los que participe
España y se beneficie al país americano.
Lo
único claro de todo este asunto, es que el caso Argentina es una herida que se
abre no solo a nuestra economía, sino que ha nuestro propio amor patrio. Por lo
tanto hay que poner los pies en la pared y remediar este suceso antes que otros
países de la zona intenten sendos procedimientos contra España o algún país de
la Unión. Siempre teniendo en cuenta que los beneficios de nuestro país han de
estar por encima de los de cualquier empresa, y a lo mejor nos sigue
conviniendo mantener relaciones con Argentina, a pesar de que nos la haya
jugado.
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