1- El autor
Genésio Darci Boff nace en Concordia (Brasil)
el 14 de diciembre de 1938. Siendo nieto de un italiano venido desde el Véneto
a Río Grando do Sul a finales del siglo XIX. Pertenece a una familia de once
hermanos de los cuales uno ingresará en la Orden de los Frailes Siervos de
María y una hermana será religiosa. Él, a su vez, ingresará en 1959 en la Orden
de los Frailes Menores (Franciscanos), tras haber realizado sus estudios
primarios y secundarios en Concordia, Río Grande y Agudos (Brasil). Estudia
Filosofía en Curitbia y Teología en la Universidad de Petrópolis.
En el año 1970 es enviado por su Orden a
realizar el doctorado en Teología y Filosofía en la Universidad de Múnich
(Alemania). Allí conoce y se convierte en su mentor, el teólogo Karl Rahner.
Pero también comparte estudios y amistad con otros profesores como Joseph
Ratzinger, el cual llegó a subvencionar la publicación de su tesis doctoral por
ser uno de sus alumnos aventajados en la Universidad. Doctorándose en 1972.
Tras su etapa en Alemania vuelve a su Brasil
natal para ejercer como profesor de Teología Sistemática y Ecuménica en el
Instituto de Teología Franciscano de Petrópolis. A la vez ejercerá de profesor
de Teología y Espiritualidad en varios centros de estudio y universidades de
Brasil y del exterior, siendo destacable su calidad de profesor visitante en
las universidades de Lisboa (Portugal), Salamanca (España), Harvard (Reino
Unido), Basilea (Suiza) y en Heidelberg (Alemania), entre otras.
Como reconocimiento a su labor docente e
investigadora se le conceden diferentes premios académicos a lo largo de su
vida y en distintos centros por el mundo, destacando el ser doctor honoris
causa en política por la Universidad de Turín (Italia), en Teología por la
Universidad de Lund (Suecia), en Periodismo y comunicación social por la
Universidad Nacional de la Plata (Argentina) y en Ciencias de la Tierra por la
Universidad Iberoamericana Puebla (México).
Se dedicó a lo largo de su vida a la
publicación y difusión de varios artículos y revistas de investigación. Entre
estas funciones destaca su participación entre 1975 y 1985 del consejo
editorial de la Editorial Vozes. Donde participó en la coordinación de la
colección “Teología y Liberación”. También editó las obras completas de Carl
Gustav Jung.
Entre 1970 y 1984 será redactor en la Revista
Eclesiástica Brasileira, entre 1984 y 1992 de la revista Cultura Vozes y en todo
ese período desde 1970 a 1995 hará lo mismo con la Revista Internacional
Concilium.
Inaugura una nueva corriente de pensamiento
teológico en la Iglesia, junto con Gustavo Gutiérrez Merino, conocida como la
Teología de la Liberación. Corriente polémica, cuyas algunas opiniones le
llevarán en 1984, con motivo de la publicación de su libro Iglesia: Carisma y poder a ser sometido a un proceso por la
Congregación para la Doctrina de la Fe. La cual resolverá en 1985 a condenarlo
a una suspensión a divinis durante un año. Lo cual le obligará a abandonar
todas sus funciones editoriales y académicas.
De nuevo en el año 1992 se le vuelve a
suspender por la publicación de otra obra titulada América latina: de la
conquista a la nueva evangelización. Aunque según la opinión del propio
Boff, fue para evitar su participación en la Conferencia de la ONU sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo (Eco-92) que se celebró en Río de Janeiro. Ante
esta suspensión él decide abandonar el ministerio ordenado y su orden.
Presentándose en 1993 a un concurso público para ocupar la plaza de profesor de
ética, filosofía de la religión y ecología en la Universidad del Estado de Río
de Janeiro.
El 8 de diciembre de 2001 recibe en Estocolmo
el Right Livelihood Award. Conocido como el premio Nobel alternativo creado en
1980 para premiar las tareas en beneficio de la humanidad que quedan fuera de
los tradicionales premios de la Academia sueca.
En la actualidad vive en el Jardim Araras, una
región campestre ecológica del municipio de Petrópolis (Brasil) con su esposa
María Monteiro de Miranda.
2- La obra
Es autor de más de 60 libros en las áreas de
teología, espiritualidad, filosofía, antropología y mística. Entre ellos se
deben destacar aquellos más importantes en su pensamiento y desarrollo
intelectual:
¿Enseñanza
religiosa o enseñanza de las religiones e iniciación a la vida del espíritu?
Desde
el lugar del pobre
Ecología: grito de la Tierra, grito de
los pobres
El águila y la gallina. Una metáfora de
la condición humana
El cuidado esencial. Ética de lo humano,
compasión por la Tierra.
El despertar del águila
Ética planetaria desde el Gran Sur
Femenino y masculino. Una nueva
conciencia para el encuentro de las diferencias.
Gracia y experiencia humana
Iglesia:
Poder y Carisma
La dignidad de la Tierra. Ecología,
mundialización, espiritualidad.
La
opción-Tierra: la solución para la tierra no cae del cielo.
La voz del arco iris
Los
sacramentos de la vida.
Mística y espiritualidad, junto
a Frei Betto
Nueva
Evangelización.
San
Francisco de Asís. Ternura y Vigor.
San
José. Padre de Jesús en una sociedad sin padre.
Teología
del cautiverio y de la liberación.
En el área de la Cristología por ser la que más
nos interesa para el presente estudio cabe destacar:
Evangelio
del Cristo cósmico
Una
Cristología desde la periferia
Jesucristo,
liberador
Pasión
de Cristo y sufrimiento humano
La
resurrección de Cristo y nuestra resurrección
El
seguimiento de Cristo
Éstas serán las obras que se sigan para el
siguiente análisis y que se encuentran traducidas al castellano y compendiadas
en el libro de Leonardo Boff: Jesucristo
y la liberación del hombre. Ediciones Cristiandad, 1987
3- La Cristología
El objeto del siguiente estudio es identificar
a partir de la obra cristológica de Leonardo Boff aquellas ideas que están más
acorde con el magisterio de la Iglesia, y también aquellas que lo llevan a ser
calificado como un autor anticalcedoniano. Por ello habría que comenzar
resumiendo brevemente la idea cristológica de Calcedonia para una vez expuesta
la idea cristológica del autor poder identificar los puntos acordes y los
puntos en desacuerdo entre ambas cristologías.
Para el Concilio de Calcedonia, celebrado en el
451, la expresión cristológica se cerraba con la afirmación doctrinal de las
dos naturalezas de Cristo que estaban unidas «sin confusión» (άσυγχύτως) y «sin
división» (άδιαιρέτως); se puede ver en ellas el equivalente apofático de la
fórmula que afirma «las dos naturalezas y la única hipóstasis» de Cristo. Toda
idea cristológica que afirme una superioridad de la naturaleza humana sobre la
divina, o viceversa está contradiciendo la confusión, y si se niega la acción
de ambas se está negando la división. Ambas coexisten y ambas actúan de igual
forma en la única persona de Jesucristo.
Leonardo Boff escribe y plantea una cristología
que nace desde una experiencia muy concreta de la realidad. Para él la base de
su cristología sería el clima de opresión y pobreza que se vive en Sudamérica.
Además, al ser uno de los impulsores, junto con Gustavo Gutiérrez, de la
llamada Teología de la Liberación, su pensamiento estará intima relacionado con
esta forma de hacer teología.
De hecho, para él la opresión será el lugar
social del nacimiento de la cristología, pues la acción soteriológica de Jesús
sería el encarnarse en hombre para acabar con la desigualdad y la opresión. No
solamente la del pecado, sino aquella que destruye y condena a la humanidad
concreta. A los seres humanos en comunidad, historia, progreso, etc. El todo
hombre quedaría para Boff concretado en la encarnación de Jesús en un individuo
comunitario y social.
De esta forma, nos presenta el autor que la
cristología está encarnada con la realidad. Porque toda cristología parte de un
condicionante de poder social. Hay una realidad concreta que lleva a los
teólogos a plantearse la imagen de cristo desde su propio contexto vital. Esto
daría a una imagen dividida de Cristo pues sería diferente el contexto
teológico de un europeo, al de un americano, diferente a su vez en el norte o
en el sur, o un asiático de un oceánico. Cada cual al partir de su contexto
vital para hacer teología se estaría desde el comienzo contaminando la
investigación en cristo. Pues se ha de partir de una persona: Jesús y no de una
realidad socio-cultural específica del investigador.
De esta forma nos plantearía, en su presupuesto
cristológico que toda cristología es en realidad una producción histórica. Tiene
un objetivo claro el cristólogo y no es el descubrir la verdadera imagen de
Jesús, sino ver de qué manera el hombre Jesús sirve de liberación para los
oprimidos. De hecho esta idea cristológica de Boff surge concretamente en
América del Sur y está circunscrita a esta sola realidad.
El concepto más básico de su imagen
cristológica será el de liberación. Para él, la liberación se ha de entender
como un compromiso en favor de los oprimidos. De esta forma cree importante que
se unan dos aspectos importantes en el estudio de Jesús, por un lado una
dimensión teórica, la cristología; y, por otro lado, una dimensión práctica,
que sería la política. Para él hacer cristología es hacer política y viceversa.
Pues no entiende que el teólogo no actúe con aquello que predica, ni tampoco
que el cristiano que actúa en política lo haga sin responder a una
teología/cristología anterior a su quehacer.
Este compromiso teórico/práctico, a modo de
entender de Leonardo Boff no dispensa de una epistemología coherente. Pues a su
modo de ver, aunque el punto de partida difiera según el ámbito
espacio-temporal desde el que se elabora la cristología, la ciencia debe ser la
misma sin importar el “lugar social”. Luego pone la fiabilidad del estudio solo
en la metodología y no en el punto de partida del estudio, que ya es un
condicionante a la hora de acercarse al objeto de estudio
De hecho, en este punto de articulación
cristológica, se ha de tener en cuenta que para Leonardo Boff existen dos
niveles de conciencia social, y por tanto, esto conlleva, a que haya dos
teologías de la liberación. Una conciencia más analítica y otra más práctica.
Pero ambas, para ser teología de la liberación, han de respetar la máxima “la
humanidad se pierde en el capitalismo”.
Por este motivo, observa en su cristología una
doble reacción de la conciencia cristiana:
-
Por un lado, está el analizar
cristológicamente el aspecto de la sensibilidad, es decir lo vivido y experimentado
por el individuo y la comunidad.
-
Por otro lado, se ha de ver a Cristo en
lo puramente analítico, es decir en el pensamiento como constructo teórico.
Ambas reacciones parten y se desarrollan a
partir de la miseria humana, que activa, anuncia y reclama la acción de Cristo
liberador.
A continuación vamos a observar las dos
articulaciones que hace Leonardo Boff sobre el estudio cristológico:
1. Articulación “sacramental” de la
cristología de la liberación:
Nace de la indignación ética del estudioso de
Cristo. Traza una imagen de Cristo diferente del monarca celeste (que sería la
que enseña la piedad “oficial”) o del Cristo vencido y doloroso (imagen de la
piedad popular). Estas dos imágenes son rechazadas para apostar por una
cristología de la liberación basada en valores, temas y llamadas al cambio y a
la liberación. Va contra lo político opresor sin un trasfondo analítico. Es una
cristología teóricamente revolucionaria pero que acaba acomodándose a un
pragmatismo eventualmente conservador.
2. Articulación “socio-analítica” de la
cristología de la liberación:
Para él es la auténtica “cristología de la
liberación” ya que va contra el propio pecado estructural que es el que aleja y
destruye la imagen de Jesús. Para llevarla a cabo se ha de realizar una
mediación socio-analítica (realidad a cambiar) y una mediación hermenéutica
(capacidad de leer el contexto socio-analítico a la luz de la revelación y de
Cristo liberador)
De hecho, la mediación socio-analítica como
realidad que se ha de cambiar con el estudio y ejercicio de la cristología,
conlleva dos utopías:
·
La de los dominantes: Es aquella en la que la sociedad avanza por la ciencia
y el progreso (Armonía)
·
La de los dominados: Es aquella que avanza solo con una sociedad igualitaria
(esto conlleva el enfrentamiento.
La fe en Jesucristo como liberador hace que se
elija en cada circunstancia el mejor análisis a llevar a cabo. Aunque él cree,
que la opción que debería prevalecer siempre en la cristología de la liberación
debe ser la revolucionaria de los oprimidos. Pues la liberación de Cristo no es
solo política, social o económica, pero necesariamente debe pasar por estos
aspectos del hombre y la sociedad. Se buscaría por tanto la ruptura para acabar
con la dependencia de unos hombres con otros ganando más autonomía, como prisma
de libertad que Cristo viene a traer a la Tierra.
Otro aspecto de la cristología de Boff a tener
en cuenta, sería las grandes perspectivas de una comprensión del Jesús en la
historia dentro de la perspectiva concreta de la teología de la liberación. De
hecho, para él, la dimensión liberadora de Jesús en la historia debe conllevar
a un cambio en las concepciones anteriores de Jesús. Ya que esta forma de
acercarse a su persona:
- Privilegia
al Jesús de la Historia del Cristo de la Fe. Siendo el primero, a opinión de
Boff, el auténtico Jesús y el segundo una construcción teórico-histórica.
- Se
observa una igualdad entre el tiempo vivido por Jesús y los tiempos actuales.
No hay una diferencia muy grande entre las estructuras de opresión de la era de
Jesús y las actuales
- Muestra
la forma de transformar la realidad siguiendo el mismo comportamiento de Jesús.
- La
resurrección ilumina al Cristo de la Historia, como los Evangelios.
Entrando ahora más concretamente en las
acciones y actitudes de Jesús podríamos analizar diferentes aspectos de su vida
histórica que lleguen a vislumbrar de manera más concreta la imagen que
Leonardo Boff tiene de Jesús, ya que ha primado en su cristología el Cristo de
la Historia, sobre el llamado Cristo de la Fe.
a) La predicación de Jesucristo:
La base de la predicación de Jesús es el Reino
de Dios, lo cual sería a opinión de Boff, una utopía de la liberación absoluta
y sus anticipaciones en la Historia. El Jesús histórico, dirá el autor, solo
anuncia el Reino de Dios y no directamente a Dios, a sí mismo o a la Iglesia. Luego
esta opinión de Boff parece ir en contra de las mismas palabras de Jesús al
decir que “quien me ve, ve al Padre” (Jn. 14,9). Lo cual sería que Jesús
recalca en primer lugar el verlo a él y después descubrir en su persona la del
Padre.
A sí mismo, para el brasileño, el Reino de Dios
supera cualquier intento de alcanzarlo. Ya que se trata de un proceso que se va
alcanzando poco a poco, pero al que no se llega en totalidad. Habría la
esperanza en un final feliz inalcanzable y una serie de liberaciones parciales,
que si se completarían en este discurrir humano.
b) La praxis de Jesús
El modo de actuar de Jesús, sus acciones, son
en opinión de Boff una liberación en marcha. De ahí que Jesús apoya el cambio
liberador del mundo y la sociedad a través de los milagros como signos de que
ha tomado el control el más fuerte (Mc. 3, 27) y que hace presente el Reino de
Dios (Lc. 11,20). Por tanto su acción es la de apoyar y defender al más débil.
Siendo el un señor poderoso, se abaja a ayudar al necesitado.
Jesús se presenta como un liberador profético,
que aunque se inserta en el campo religiosos (por ser este el poder dominante
en la época en la que vivió) en realidad sería un reformador político, y no
religioso. Por eso relativiza las prácticas religiosas (Mc. 2,23-26; Mt. 25,
31-46), para demostrar que el lugar privilegiado donde Dios se esconde es el
pobre y no el culto, la plegaria o la observancia religiosa que serían
mediaciones de la verdadera acción hacia el necesitado.
Jesús actúa rompiendo la estratificación social
y por eso se gana la fama de glotón y bebedor (Mt. 11,19). Ya que estuvo en contacto
con todos los ambientes sociales de la Galilea del S. I y no se inmiscuyó o
concretó a un solo sector. Siendo especialmente amoroso con el pobre, como
lugar de encuentro del hombre con Dios. Pero, a pesar de comer con todos, si es
verdad que él denunciará la riqueza, porque la entiende como el fruto de
explotar al pobre (Lc. 16,9). Por eso, predica las bienaventuranzas como el
argumento más importante de actuación del hombre, el cual ha de vivir dentro
del espíritu de las mismas.
c) La llamada a la Conversión
Boff cree que la conversión es una exigencia de
la liberación a la que Dios nos llama. Ya que se ha de tener en cuenta que la
conversión es algo personal e íntimo de cada hombre, pero que lo personal lleva
a lo social y viceversa.
De hecho la muerte de Jesús se llega a
interpretar por este autor como una llamada de atención a que no todo está permitido
en este mundo. La acción del justo que llama a la conversión, consiguió que los
opresores lo condenaran a la muerte, y aquel humilde Cristo que propuso el
Reino de Dios sin violencia, muriera víctima de ésta.
d) El sentido de su muerte
Visto lo anterior, habría que decir que la
muerte de Jesús fue el precio de la liberación según el corazón de Dios. De
hecho, afirma Boff, fue la crítica de Jesús a los poderes políticos, económicos
y religiosos (sociales) los que le llevaron a la muerte.
Esta muerte es aceptada libremente por Jesús,
sin ser pactada con los poderosos. Pues Jesús al morir es acusado de dos
crímenes: blasfemo (porque liberaba de las practicas opresoras y de un Dios
distinto al del statu quo) y guerrillero (cercano al movimiento de los Zelotas,
pero sin aceptar de estos el mesianismo-político).
La cruz, por tanto, se entiende como entrega
por los demás que ha de conducirlos a la liberación.
e) La resurrección
La resurrección se interpreta como una irrupción
anticipada de la liberación definitiva. Sería, por tanto, el cumplimiento de la
liberación total que traía el Reino de Dios que anunció con su vida y ofreció
en su muerte libre.
La resurrección es el triunfo sobre la vida
oprimida y dura, que Dios tiene la intención última de traer sobre el mundo. Así
se demuestra ya en forma de germen, que el verdugo no triunfa sobre la victima
que será engrandecida por la acción de Dios, que ama al desgraciado.
f) El seguimiento del discípulo
De esta manera, el que conoce todos estos
aspectos del ser de Jesucristo, tiene una obligación real de seguir a Jesús. Ya
que este seguimiento es la forma de actualizar la liberación que se vislumbró
en su obrar y su predicar.
La vida humana se concentra en una estructura
pascual de seguimiento a Cristo, muerto y resucitado. Solo dentro de esta
dinámica se puede entender el seguimiento, que, para Boff, es la única forma de
traer la utopía del Reino que eleva la realidad al mundo pleno.
Jesús no ha dejado en su vivir histórico una
forma de presencia en cada situación que nos vayan surgiendo en la vida, sino
que las claves que nos dejó son su opción por los oprimidos, su renuncia al
poder, su solidaridad con todos los hombres y una vida abierta al Padre. Ahora
corresponde al discípulo seguir teniendo estas mismas actitudes de Jesús para
resolver los conflictos de la sociedad y traer el Reino de Dios a todos los
hombres.
Estas son las líneas más fijas de la
cristología de Leonardo Boff que como se ha podido comprobar van a generar en
neo-calcedonianismo pues ya desde el principio el presupuesto metodológico es
el de la propia experiencia del teólogo y no el del descubrimiento universal de
Jesús. También se potencia más la condición humana, que él llama el Jesús
histórico, frente a su condición divina que denomina Jesús de la fe. Por último
se puede ver que Jesús fue más un mesías político y social que el salvador. Ha
dividido la soteriología de su ontología. Además se ha perdido la naturaleza
humana y divina de Jesús con una división y una confusión entre la acción de
Hijo de Dios y el llamado Jesús histórico.
Bibliografía:
-
BOFF, L. Jesucristo liberador. Elaboración de una cristología a
partir de la América Latina oprimida. En Lumiere et vie, 26 Nº134, 1977
-
BOFF, L. Jesucristo y la liberación del hombre. Ediciones Cristiandad,
1987
-
DAVID, G. Cristo cósmico y antropocentrismo en Leonardo Boff: Una lectura desde
la óptica reformacional. En veritas, 36. 2017
-
FERNÁNDEZ, M.A. y
MARCOS, J. Leonardo Boff. El
teólogo de la Tierra. Revista digital
FronteraD. 12/7/12
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