A lo largo
de la siguiente recensión se va a analizar el texto de Husserl: La crisis de
las ciencias. Intentando responder a las cuestiones de ¿Qué entiende
Husserl por crisis de las ciencias europeas?, ¿Dónde se puede situar su
principio histórico?, ¿Cómo afecta esta crisis a la filosofía? Y si ¿Se puede hablar de crisis de verdad?, ¿Cómo se vinculan en el
sentido y la verdad?
Se va a dar por
lo tanto, una respuesta a los interrogantes que se presentan a través del
comentario analítico del texto anteriormente citado, en el que el autor comienza poniendo en entredicho el título de las propias
conferencias en el que tiene lugar la presentación de su trabajo: “La crisis de las ciencias europeas y la
psicología”. Husserl comenta a éste respecto la seguridad que tienen las
ciencias en su propio método y como estas disienten de la psicología como
ciencia humana o de la filosofía, como conocimiento no científico. Por lo tanto
el autor confiere que la crisis que se está experimentando en las ciencias es
fruto de la obsesión de las ciencias en el uso de un método científico que
sustente sus hipótesis y tesis.
Se produce por tanto, una reducción positivista de las ciencias,
convirtiéndolas en meras ciencias de hechos. Perdiendo su significación vital.
La psicología, por ejemplo, no tiene un método claro y objetivo. El que se
podría considerar como el método psicológico, hace dudar de su “cientificidad”,
entendida con la imagen que a día de hoy se tiene de éste concepto que debe de
ser demostrado empíricamente.
Pero ésta concepción se nos está forjando desde el S. XIX cuando la ciencia
deja de responder a las preguntas decisivas de la humanidad y se cegó en las
ciencias positivas y en la “prosperity”. Meras ciencias de hechos que han hecho
meros seres humanos de hechos. De ahí que la ciencia se dedique solo a apuntar
lo que ocurre en el mundo físico y espiritual, pero no se plantea nada más allá
de una realidad observada que siempre ha sido y será.
Estos planteamientos no siempre han sido así, no siempre se ha observado
una visión positivista de las ciencias, sino que éstas se desarrollaron en el
tiempo. La filosofía del renacimiento rompió con la visión medieval y luchó por
buscar una vuelta a la filosofía antigua, rompiendo con los mitos y las
tradiciones, y dándole una razón a todo lo relacionado con el hombre. Para eso
se desarrolla la ciencia en un saber teórico objetivo y en un saber práctico.
Ya que lo que se pretendía era que el hombre se configurara a sí mismo, se
haga. Para lo cual, las ciencias de manera objetiva se configuraron, a su vez,
para la investigación de sus preguntas de una manera positivista.
La metafísica como ciencia de las preguntas y del sentido último quedaría
relegada a una ciencia del conocimiento de aquello que puede ser universal,
creándose la filosofía universal. Ésta nueva ciencia revoluciona todos los
ámbitos del saber: el positivismo, el cual descabeza a la filosofía en un
intento de hacerla universal.
Pero la filosofía no logra adaptarse a éstos patrones que las ciencias
estaban imponiendo, y el supuesto éxito inicial que parece tener la filosofía
universal se derrumba. El fracaso de una filosofía que sea universal e
imperecedera hace que los científicos sean los que de una manera práctica
apliquen los conocimientos positivos al mundo y los filósofos no sepan crear un
conocimiento positivo que no cambie y sea universalmente aceptado. Se produce
por lo tanto una ruptura entre las ciencias y la filosofía.
La filosofía se convierte entonces en un problema por sí misma, al no
encuadrarse en un método científico que la haga universal. Lo cual será el
motivo de esa ruptura, dando lugar a las ciencias positivas, demostrables y
objetivas; y a la filosofía que al no ser universal ni demostrable, se relega a
un segundo plano. Provocando que el hombre pierda su sentido de ser y no sea
capaz de comprender su propia existencia. No le vale con el comprender el “yo
soy”, sino que busca positivarse más, lo cual no consigue.
La filosofía moderna conduce, por tanto, a una pérdida del sentido de
humanidad y a una crisis existencial del hombre que llega hasta nuestros días.
Aunque contra éste pesimismo que se crea con la crisis de la verdad, la
metafísica deberá ser un devenir para descubrir el sentido del hombre en cuánto
que sea un animal racional que somete su propia humanidad a la propia razón. El
racionalismo lleva a crear una idea de superioridad de todo aquello razonable
frente a lo que la propia razón no puede positivizar. Pero esto no significa
que si algo no se pueda positivizar sea porque no es verdad, o porque haya
perdido su sentido primero. Sino que actualmente el filósofo se está
conduciendo hacia filosofías y no a una filosofía, como algo universal.
En la actualidad surgen nuevas preguntas nunca antes realizadas y que
llevan a la filosofía a tratar de responder nuevas cuestiones que abordan en el
sentido de la humanidad. La filosofía tiene la necesidad de darles respuesta,
siendo a partir de ahora heredera de su historia y no obviando partes de la
misma, como hizo la modernidad con la filosofía medieval. Por lo tanto el
sentido y la verdad de las cosas se encuentra en el estudio del conjunto de los
saberes filosóficos a lo largo de la historia, de la que se es heredero hoy en
día, sin que se pretenda positivizar todo el pensamiento, o se hable de una
crisis de verdad cuando no es posible éste positivizar.
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