martes, 13 de febrero de 2018

Comentario al Documento del "Conflicto a la comunión"



Presentación del documento
El siguiente documento ha emanado como parte de los preparativos para la conmemoración conjunta luterano-católico Romana de la reforma en el 2017. Dentro del seno de una comisión católica y otra luterana, que busca unir a los cristianos desde la base de la comunión y superando aquellas concepciones que históricamente nos han separado a lo largo de la historia.
En el presente año, 2017, se celebran los 500 años de que un monje agustino llamado Martín Lutero, publicara sus famosas 95 tesis dando comienzo a la Reforma, que culminaría con el cisma de varios cristianos en iglesias protestantes a lo largo de Europa, y de allí se extendieron por todo el mundo.
Este trabajo de Reforma comienza con la búsqueda, por parte de Lutero, de un Dios misericordioso. El cual es visto en la imagen de Cristo en la cruz, lo cual le invitaba a potenciar una vida de penitencia. De hecho esta será la primera de sus tesis.
Para conmemorar este acontecimiento, las confesiones luteranas y la Iglesia católica, buscan estrechar lazos de unión y buscar aquellas corrientes que invitan al ecumenismo y a la comunión, y que alejan a esas concepciones conflictivas del pasado. Son dos los desafías principales que se marcan: la purificación y sanación de las memorias; y la restauración de la unidad cristiana de acuerdo con la verdad del evangelio de Jesucristo. En definitiva, abrir caminos que conduzcan a la comunión, a la unidad en un mismo Señor, una misma fe.
Son más las ideas que nos unen que las que nos separan, y de hecho ya se han dado grandes pasos para ahondar en esas uniones. En este caso, se pide a la Iglesia y a los protestantes que se fijen en “la fe en un mismo Dios trino y la revelación en Jesucristo, así como en el reconocimiento de las verdades fundamentales de la doctrina de la justificación”. Estos son los puntos fuertes a cultivar en esta ocasión para seguir profundizando en las relaciones de comunión, en esto estamos todos de acuerdo.

1.       Conmemoración de la Reforma en una era ecuménica y global
Con vistas a la conmemoración de este acontecimiento, se ha presentar la situación político-cultural en la que actualmente se desarrollará esta celebración. Es indudable que el mundo ha cambiado mucho en los últimos años, y por eso se ha de contemplar de qué manera se nos presenta la realidad en la que se va a desarrollar este acontecimiento histórico. El documento afronta tres desafíos a tener en cuenta de la época en la que vivimos:

Ø  Es un época ecuménica
Se trata de la primera conmemoración de las tesis de Wittenberg que coincide dentro de un marco de unión y progreso conjunto de los cristianos. Es una época de ecumenismo, en la que se va a desarrollar este 31 de octubre.
Esta fecha significa para los protestantes el comienzo de la Reforma, y por ello, muchos de ellos lo conmemoran todos los años como sus fechas fundacionales. Pero no siempre se han desarrollado en un buen caldo de cultivo para la unificación, sino más bien para ahondar en las separaciones. De hecho en 1617, a los 100 años de las Tesis, muchos protestantes celebraron la liberación del “yugo” católico; o en 1917, se presentó a Lutero como un héroe alemán. Pero en este caso se celebra en el marco de un acercamiento entre las confesiones luteranas y católica que responde ya a 50 años de acercamientos doctrinales y teológicos.
De ahí que este documento invite a superar la concepción que muchos cristianos tienen de la Reforma. Para muchos protestantes es un símbolo de recuperación del evangelio de Jesucristo y liberación de la Iglesia, mientras que para muchos católicos supone una ruptura y alejamiento de las verdades de la Iglesia. Es el momento de romper estas concepciones peyorativas y trabajar unidos.
Ø  Es una época globalizada
Hay que tener en cuenta que mientras la fe cristiana está creciendo en el sur y el Este de Europa, en los antiguos continentes cristianos se encuentra en recesión. Por eso se ha cambiado el prisma de la visión cristiana que hasta ahora se había tenido. Muchas comunidades cristianas no conocen ya la situación vital en la que se desarrolló la Reforma: la Europa del siglo XVI. Por ello, no pueden comprender muchos de los presupuestos teológicos, culturales y políticos que la propiciaron. Es necesario superar este olvido, para ahondar en la historia común desde la memoria iluminada por la fe y no desde la falta de memoria histórica.
Ø  Es una época para la Nueva Evangelización
Por último, también se ha de saber que estamos ante unos nuevos desafíos de evangelización que se cristalizan en concepciones como: la unión o separación de las iglesias y las culturas propias de cada lugar; la expansión de movimientos pentecostales y carismáticos que abren paso a nuevas líneas de unión que superan las antiguas controversias; o el desplazamiento de la religión cristiana, mayoritaria en muchos lugares, y que ahora debe compartir terreno con otras religiones, lo cual supone un ejemplo de unión entre los cristianos. Estos son los tres elementos más importantes del nuevo período de nueva evangelización para el mundo moderno.

2.      Nuevas perspectivas sobre Martín Lutero y la Reforma
No se debe de olvidar nunca la historia, sino que aquellos acontecimientos que pasaron en la antigüedad, deben ser recordados y actualizados a la luz de la actualidad. Para ello los teólogos católicos y protestantes deben trabajar unidos para superar las diferencias y profundizar en las igualdades doctrinarias.
Para realizar este acercamiento, han sido muy importantes los aportes que en los últimos años se ha realizado sobre la concepción histórica de la Edad Media europea. De esta forma ambos, católicos y luteranos, han alcanzado a decir que se trata de una época de profunda renovación eclesial, en la que impera la formación incipiente de los laicos y una fuerte impronta espiritual. La Iglesia no se trata de algo monolítico y homogéneo sino que goza de una gran riqueza interior, con diferentes visiones eclesiales. Lutero va a fraguar su pensamiento dentro de esta realidad.
La gran labor de acercamiento entre ambas confesiones se debe sobretodo a las investigaciones católicas que culminan en el siglo XX sobre Lutero, que sirvieron para purificar su imagen desde mediados del siglo XIX. De esta forma se comenzará a ver la confesión de Augsburgo dentro de su propio contexto como una “búsqueda de la unidad de la Iglesia”, y no como un lugar de ruptura y confrontación.
Por este motivo, desde 1980 (conmemoración de los 450 años de la Confesión de Augsburgo) se creaba el ambiente propicio para varios proyectos comunes entre católicos y protestantes, lo cual se verá cristalizado en la declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación, publicada en 1999.
Para llegar a este importante documento ecuménico, y que viene a unir lo que parecía separado por casi 500 años, ha sido importante el desarrollo tanto de los católicos como de los protestantes en sus concepciones y visiones tanto de la imagen de Lutero (negativa para los católicos) como de la Iglesia y el contexto en la Baja Edad Media (visión negativa para los protestantes).
Desde el Concilio Vaticano II la Iglesia católica ha tenido un desarrollo de apertura al ecumenismo. Especialmente con la vuelta a los estudios de las Escrituras, los Padres de la Iglesia y aquella teología que compartíamos con los protestantes. En este purificar la imagen de Lutero, se llegará a presentar al mismo como un “testigo del evangelio” que buscaba la unidad de la Iglesia, por el papa Juan Pablo II; o como alguien que se preguntó sobre Dios e intentó buscarlo en su vida (Benedicto XVI)
Los luteranos también han dado un desarrollo en su concepción teológico-cultural, al mirar a la Iglesia en su contexto histórico. Llegando a comprender que también ellos en la Reforma, no siempre respondieron a asuntos meramente teológicos sino también políticos-económicos. Esto les ha ayudado a hacer autocríticos y a no verse como los grandes reformadores de la Iglesia y del momento cultural. El acercamiento a la teología católica les ha enriquecido y abierto el horizonte de su teología
Por eso es importante que se siga profundizando los dos juntos en el llamado diálogo interreligioso. Este diálogo aporta un acercamiento a los puntos teológicos comunes y ayuda a superar las separaciones doctrinales; también sirven para aunar un lenguaje que a veces ha servido de separación por no profundizar lo suficiente en su contexto cultural o histórico; además, los diálogos, ayudan a la búsqueda en común de la verdad que es igual para luteranos y Católicos, Jesucristo revelado en las Escrituras.
  
3.      Un bosquejo histórico de la Reforma luterana y la respuesta católica
La palabra reforma viene a significar diferentes cosas según el momento histórico en el que se usase. Así en la antigüedad se la entendía como un volver a las cosas buenas del pasado. En la Edad Media se aplicó a los cambios que se realizaban en distintos ámbitos eclesiásticos, como los monasterios, para intentar salvaguardar el espíritu de la Iglesia de la degradación. Pero después de 1517 a 1535 vendrá a significar el movimiento luterano que intenta cambiar ciertas estructuras teológico-pastorales en la Iglesia.
Todo este periodo que se engloba bajo el nombre de Reforma, viene a comenzar con las 95 Tesis de Lutero que, entre otras cosas, se centraron en el tema de las indulgencias. Las indulgencias eran muy apreciadas en el ambiente piadoso de la época, como formas de remisión del castigo temporal por culpas ya perdonadas. Lutero se pregunta sobre ellas, su naturaleza y la autoridad de la propia Iglesia para concederlas.
El obispo de Maguncia enviará las tesis de Lutero a Roma para que sean supervisadas, pues intuía que iban contra la teología de la Iglesia. En 1518 Lutero contestará a este poner a prueba su doctrina con un sermón sobre la indulgencia y la gracia. Esto hará que la Iglesia desde Roma envíe al Cardenal Cayetano para dialogar con él sobre su doctrina, gracias a la intercesión del príncipe elector de Sajonia, Federico el Sabio. Pero Cayetano no deja a Lutero defender su postura y lo acusa de hereje. Entre el 13 y el 22 de octubre de ese 1518 Lutero afirmará su unión con Roma y no se retractará de sus ideas, como le pedía el legado del Papa, Cayetano.
Esta situación se produce porque Lutero y Cayetano, dos brillantes teólogos de su época, no supieron entenderse en sus posturas. El problema era que ambos utilizaban un marco conceptual diferente, lo que causó una falta de lenguaje común. Además Lutero nunca tenia posibilidad de defender su postura, solo en 1519 se realizó un debate público entre sus posturas y las oficiales de la Iglesia.
Este enfrentamiento entre luteranos y católicos, va a conducir a que el Papa León X el 15 de junio de 1520 condenara por bula 41 de las proposiciones de Lutero, sacadas de su contexto. Además le da un plazo de 60 días para retractarse o seria excomulgado. Los representantes papales en Alemania piden quemar las obras de Lutero, después de esta bula, y en contra se queman libros de doctrina católica y la bula del Papa. Por este motivo y su falta de retractarse de las ideas que el Papa le acusaba heréticas, el 3 de enero de 1521, Lutero es excomulgado.
Las doctrinas de Lutero contra la Iglesia podrían resumirse en que todo debía apoyarse en las Escrituras. Para él la “sola scriptura” es la base para toda teología. Pierde por tanto autoridad teológica la Tradición y los Padres de la iglesia, como una doctrina secundaria. Acusará al papa de ser el anticristo, por arrojarse más poder que el de las Escrituras le otorga
Como excomulgado debía comparecer ante el poder político, y para ello se desplaza a Worms. Allí en lugar de discutir sus doctrinas se le acusa de escribir ciertos libros y se le vuelve a pedir que se retracte. Como vuelve a mantenerse fiel a su conciencia y a las Escrituras, Carlos V lo condena pero los príncipes alemanes lo protegen.
Poco a poco se va fraguando la Reforma luterana entre los predicadores y sacerdotes, religiosos, etc., de Alemania que comienzan a predicar la doctrina luterana, se casan, dan la comunión a los laicos en las dos especias y comienza a irreverenciar imágenes y reliquias. Además los laicos comienzan a tener un papel activo en toda esta nueva concepción religiosa.
En 1527 los luteranos comienzan un proceso de supervisión de sus ideas que se iban propagando por toda Europa central. El príncipe elector de Sajonia envía a expertos para ver cómo se está implementando la Reforma y fruto de estas visitas surge un manual para ministros sobre problemas doctrinales y prácticos (1528). Además se traduce la Biblia al alemán y se comienza a enseñar a todo el mundo. Se crean catecismos e himnos para la participación y formación de los fieles.
Hasta 1535 no llegan las primeras ordenaciones sacerdotales puramente luteranas en la que ya no es el obispo, sino otros sacerdotes los que ordenan a los nuevos presbíteros con el visto bueno de la facultad de teología de Wittenberg, a través de la imposición de manos y la oración consagratoria.
Mientras se propaga la Reforma se producen ciertos intentos de acercamiento teológicos entre católicos y luteranos, como la confesión de Augsburgo (1530) en la que señalaron puntos en común y diferencias; los católicos responderán a esta confesión con una confutación pero no hay acuerdo entre ambos; se producen coloquios organizados por el Emperador, pero se perdieron en discusiones políticas. En 1541 el Regensburger Buch intenta unir, pero luteranos y católicos siguen en desacuerdo sobre la doctrina de la Eucaristía, aunque se unen muchas posturas.
Cuando fracasaron estos intentos teológicos, comenzaron las guerras. La primera de ellas será la Guerra de Esmalcalda (1546-1547), en la que el Emperador Carlos V se enfrenta y gana el control sobre los príncipes alemanes; En la dieta de Augsburgo (1547-1548) se les obligará a los príncipes a tener sumisión al Papa y sus obispo, así como se corrige la doctrina sobre la justificación.  Pero no se llega a tener un control total porque los príncipes contraatacan en 1552. Se acabara con este periodo bélico en 1555 con la paz de Augsburgo en la que la religión del príncipe se hace extensible a sus súbditos, y se intenta tener una convivencia pacífica entre luteranos y católicos.
Paralelo a este desarrollo se celebra en Roma el concilio de Trento (1545-1563) en el que se buscara una solución triple: como sanación de la separación confesional, como reforma de la Iglesia y como establecimiento de la paz.
Del Concilio de Trento resultará que la Escritura se vea reforzada con la Tradición, e iluminada por esta, frente al “sola scriptura” protestante. Además se cerró el canon de los libros Sagrados y se promulgó la edición de la vulgata latina como texto oficial. Se promulgo la doctrina de la justificación como una unión entre la fe y las obras, no la sola fe luterana. Se instituyeron los 7 sacramentos como emanados de Cristo, así como la acción ex opere operato y se permitió la comunión con las dos especies en territorios alemanes. Además pastoralmente se crearon seminarios para la formación sacerdotal, se instituyó la obligatoriedad de predicar periódicamente y los obispos, y sacerdotes, debían estar en sus sedes.
Pero como consecuencia de este concilio, se cerraron posturas frente a luteranos y se apartaron muchas formas de posibles uniones. Aunque también se fraguó la identidad de la Iglesia católica que estará vigente hasta el Concilio Vaticano II. Aunque no sirvió para evitar el gran conflicto en Europa de la guerra de los 30 años y a las posteriores guerras de religión.
Por último, comentar que el Concilio Vaticano II (1962-1965) ha intentado volver a recuperar el diálogo entre luteranos y católicos. Se produce un acercamiento y una vuelta a la comunión en aquellos aspectos que nos unen. Se reconoce que hoy hay motivos de encuentro y comunión a todos los que compartimos la fe en Jesucristo.

4.      Temas fundamentales de la teología de Lutero a la luz de los diálogos luterano-católico Romanos
La teología de Lutero podría resumirse en cuatro aspectos que van a desgranarse a continuación en el documento: la justificación, la Eucaristía, el ministerio y la Escritura y la tradición. Cada tema se aborda desde una triple vertiente: la posición de Lutero, la posición católica y los puntos de discusión entre ambos.
Cabe citar al principio las bases que generaron el pensamiento de Martín Lutero, tales como la filosofía de la baja Edad Media, el pensamiento de san Agustín, la espiritualidad de San Bernardo de Claraval y los movimientos místicos.
-  La Justificación:
Para Lutero, basándose en Mt. 16, no hacen falta las obras humanas para la salvación. Luego el sacramento de la confesión se otorgaría por el arrepentimiento del mal obrar y Dios lo perdonaría por su misericordia.
La palabra de Dios es su promesa y nos une a él. La promesa es algo objetivo y la fe es subjetiva; la Palabra es para cada individuo que la recibe por fe. Luego por la fe, se recibe la Gracias. Y la salvación llevaría unida esta Gracia, solo la Gracia (solo Cristo) salva; utiliza el símil del novio/cristo que se une a la novia/el alma humana a través del anillo esponsal/la fe y gracias a esta comunión se produce la salvación.
Por tanto, la persona creyente se una a Dios desde su propia voluntad, es la fe la que lo hace partícipe de la vida divina. La Ley hará al hombre pecador, pues no puede cumplirla plenamente, y por eso en esta vida no podemos ser plenamente justificados. El hombre solo debe amar a Dios y obrar en consecuencia a este amor.
La postura católica, por el contrario estas ideas, se presentará desarrollada a partir del Concilio de Trento. Se promulgará que ni él solo esfuerzo humano, ni la Ley de Dios salvan, sino es mediante la Gracia. Pero el esfuerzo humano debe contribuir a la Gracia y a la comunión con Dios.
Este tema de la justificación fue la base para Lutero de su teología, y durante muchos siglos la acusación más grande de separación entre luteranos y católicos. Pero desde hace unos años, y especialmente desde la publicación en 1999 de la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación, ambas confesiones han acercado posturas al respecto. Ambas entienden que el solo por la Gracia de Lutero también debe acoger el obrar humano por el Espíritu Santo.
Las buenas obras para Lutero es la consecuencia de la gracia de Dios en cada hombre y para los católicos es causa del mérito, es decir, parte de la recompensa en la vida eterna. Parece ser que ambas confesiones han levantado sus condenas mutuas al respecto desde el siglo XVI y han visto más fallos en el lenguaje y el uso de los esquemas teológicos que en el fondo del contenido.
-   La Eucaristía:
Para Lutero la cena del señor se trataba de una disposición final hecha por un moribundo, como recuerdo de sus acciones (Testamentum). Luego la duda era como plantear la transformación de las especies en Jesucristo.
Para él, las sustancias eucarísticas se unían a Cristo por la “communicatio idiomatum” al igual que pasaba con sus naturalezas divina y humana. Pero de igual modo, pensaba que no se debía reservar lo sobrante para no discutir sobre la durabilidad de esta santificación de las especies. Así mismo creía que el sacrificio de cristo se repetía en cada misa solo para los creyentes que lo acogieran, no se permitía por tanto ofrecer eucaristías por otros.
Los católicos por su parte, ofrecían la permanencia de Dios en las especies eucarísticas después de la celebración. De manera que no desaparece de ellas, sino que ya es realmente y por siempre, el cuerpo y sangre de Jesús. Apoyan su teoría en la transustanciación.
A día de hoy se han unido muchas posturas católicas y luteranas ya que ambos creen en la real presencia de Jesucristo en la Eucaristía; aunque aún difieren en la adoración fuera de la celebración de las especies eucarísticas. Para unir aún más posturas en este recorrido, ha sido importante el uso del término “anamnesis” como un recordar el único sacrificio de Jesús. Se une por tanto, el sacramentum y el sacrificium único, que no se repite cada vez que se celebra la eucaristía, sino que se conmemora y actualiza. Por tanto, se puede comulgar en ambas  especies, pues la presencia de Dios es igual y completa en ambas de ellas. Ambas están de acuerdo en que preside un ministro autorizado por sus iglesias, aunque ahora veremos la postura luterana al ministerio.
-  El ministerio:
Lutero, y sus seguidores, entienden que los fieles participan de manera esponsal del sacerdocio y la realeza de Cristo. Pero no todos son ministros (Pastores), sino solo aquellos que tienen un campo de trabajo y un cargo dentro de la Iglesia, pero sin menospreciar el sacerdocio común de los fieles. Para él, este ministerio pastoral fue instituido por Dios, es Dios quien lo sigue otorgando y se establece para toda la iglesia. No considera esta ordenación un sacramento, ya que dice está unido a la eucaristía; sin embargo otros autores como Melanchton si lo consideraran como tal por estar unido a la Palabra y la predicación.
Así mismo, Lutero no reconoce a los obispos como un orden diferente del de los presbíteros, sino que son el mismo orden con la potestad de poder ordenar otros presbíteros. De manera que para los luteranos, los pastores son los que nombran nuevos pastores. De hecho solo se reconocen a presbíteros y diáconos como ministerios ordenados. Pero la función de vigilancia del obispo la realizarían los llamados superintendentes, ministros ordenados que vigilan a otros ministros.
Por su lado la Iglesia católica, no desarrolló verdaderamente el papel del sacerdocio común de los fieles hasta el Concilio Vaticano II, lo que dejó en un mal lugar su papel de participación eclesial, hasta el siglo XX. Así mismo se presentó a los obispos como necesarios y garantes de la unidad de la Iglesia en época de conflicto. Considerando, además, que la jerarquía eclesial es de institución divina.
Pero así mismo, hay una comprensión común sobre los aspectos del ministerio. Pues ambas confesiones entienden que todos los seguidores de Jesús comparten el ministerio sacerdotal común de los fieles. También están de acuerdo en que tanto los obispos, como los sacerdotes ejercen una función tripartita de predicación, liturgia y liderazgo de sus comunidades. Pero con la diferencia que la Iglesia católica da mucha importancia a la Tradición apostólica. De ahí que en el rito de ordenación, aunque se comparte la idea de que esta se produce por la oración e imposición de manos. Para los católicos es necesario que la colegialidad de los obispos sea heredera de la Tradición apostólica; mientras que para los luteranos la función episcopal, la realizan por sínodos, en los que todo el pueblo de Dios (ordenados y no ordenados) pueden decidir. Además hay diferencia en la importancia del Papa para los católicos, como cabeza visible del cuerpo eclesial. Ambos están de acuerdo en que el servicio de todos los ministros se realiza para el servicio de la Iglesia universal.
-  Escritura y tradición:
Para Lutero las Escrituras eran la autoridad máxima en cuestión de fe. Nada que no estuviera contenido en las Escrituras o inspiradas por estas podía tener cabida en la Iglesia. Para él, el método de la teología debería ser oratio, meditatio y teptatio. De manera que ninguna autoridad humana o tradición de la Iglesia, pudiera contradecir las Escrituras, que son además intérpretes de sí mismas.
Frente a esta posición, los católicos, vieron peligrar el valor tan importante de las Tradiciones como fuentes del depósito de la fe. Aunque hay que señalar que los contemporáneos de Lutero no separaban las tradiciones apostólicas de las humanas, y esto generaba cierta confusión. Para los católicos el intérprete de las Escrituras era el magisterio eclesial, y no el criterio propio de cada individuo que las leyera.
En un dialogo entre ambas posturas al respecto cabe señalar el gran acercamiento que hay en la actualidad entre católicos y luteranos, sobretodo gracias al documento del concilio Vaticano II Dei Verbum. Así mismo, los luteranos reconocen que las Escrituras obran en toda la Iglesia y no solo en individuos aislados.
Por último, hacer una pequeña referencia al acercamiento entre la visión de Iglesia que tienen luteranos y católicos. Para los luteranos la Iglesia es la unión en asamblea de los fieles que celebran la palabra y los sacramentos. Pero se quedan solo en un aspecto humano y visible, mientras que la Iglesia Católica, desde el Concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium, presenta la Iglesia como una realidad mistérica. En el misterio de la Iglesia se presenta su realidad visible e invisible, así como su origen divino, instituida por Dios dentro de su historia y plan de salvación de los hombres.

5.      Llamados a una conmemoración conjunta
La base, tanto del ecumenismo, como de la celebración conjunta por los 500 años es el sacramento del Bautismo. Tanto católicos como luteranos reconocen que Cristo tiene un solo cuerpo y por tanto el único bautismo, nos hace insertos en él. De hecho, para los luteranos su idea de Iglesia se remonta a Pentecostés, y no consideran que haya dos o más Iglesias, sino que la Católica y la protestante son la misma, donde todos estamos como miembros por el bautismo. Aunque la reforma, trajo una concepción distinta de esa Iglesia.
Por eso el llamamiento en este año tan importante, es el de identificar las cosas que unen a ambas confesiones, lo cual es motivo de alegría y de acercamiento; pero también se tiene que ver aquello que nos separa y que es motivo de dolor y sufrimiento. Porque todos están de acuerdo que no se celebra una división de la Iglesia, sino una forma distinta de acercarse al misterio de Dios, vivo y verdadero.
Por eso los luteranos se sienten orgullosos, que gracias a Lutero y otros reformadores, ellos consiguieron una libertad fruto del estudio de las Escrituras. Además se enriquecieron con los himnos, catecismos y facilidades de participación intraeclesial, aspectos de los que después también han gozado los católicos. Luego es algo que enriquece a ambos.
Pero también es momento de tomar conciencia del sufrimiento que generó la separación de los reformadores. Es momento, y ya se está haciendo, también para condenar los errores que se cometieron. Como por ejemplo, el ataque a campesinos o judíos, o la radicalización de aspectos dogmáticos contrarios a las enseñanzas de Roma, o la catalogación del Papado con el Anticristo. Teniendo en cuenta, que no se trata de criminalizar ninguna de las dos posturas, sino comprenderlas en el contexto y forma de pensar del s. XVI, donde entre ellos se caricaturizaron y ridiculizaron mutuamente. Llegándose incluso a despreciarse y no a dialogar para encontrar la verdad. Es por ello, motivo de leer la historia en su contexto y no intentar ridiculizarla o verla superada por una superioridad intelectual.
En ese sentido, estamos ante una conmemoración que invita mucho a orar por la unidad de una sola Iglesia. Por el deseo expreso de Dios de que todos los cristianos sean uno, en comunión. Es por ello, el momento de pedir a Dios que ablande los corazones y una a todos los cristianos en una sola fe.
La Iglesia católica, en repetidas ocasiones ha pedido perdón por su pecado contra la unidad de la fe. Pero sobretodo a partir del Concilio Vaticano II y los posteriores Papas que han querido ahondar en el ecumenismo y en el reconocimiento de sus errores, para alcanzar la unidad de la fe, quebrada por ciertas actitudes malas.
La iglesia luterana, también reconoce que no siempre obró de manera clara y favorable en la Reforma, ni todos los intereses fueron meramente teológicos. Desde la década de los 70 del siglo pasado, ha venido pidiendo perdón por esos errores doctrinales y por haber justificado persecuciones, sobretodo la de Anabaptistas y Menonitas. Busca también reconocer sus errores, para luchar juntos por la unidad en la fe.
  
6.      Cinco imperativos ecuménicos
Esta declaración conjunta concluye presentando cinco imperativos, o claves, ecuménicas, que deben de ser las que acerquen a luteranos y católicos a celebrar esta conmemoración. A continuación las cito para que queden reflejadas que son los lugares comunes de alegría y trabajo en el que se ha de fortalecer la unidad de la fe:
1.      Católicos y luteranos deben comenzar siempre desde la perspectiva de la unidad y no desde el punto de vista de la división, para de este modo fortalecer lo que mantienen en común, aunque las diferencias sean más fáciles de ver y experimentar.
2.      Luteranos y católicos deben dejarse transformar a sí mismos continuamente mediante el encuentro de los unos con los otros y por el mutuo testimonio de fe. La clave común es el bautismo, mutuamente reconocido.
3.      Católicos y luteranos deben comprometerse otra vez en la búsqueda de la unidad visible, para elaborar juntos lo que esto significa en pasos concretos y esforzarse continuamente hacia esa meta.
4.      Luteranos y católicos deben juntamente redescubrir el poder del evangelio de Jesucristo para nuestro tiempo.
5.      Católicos y luteranos deben dar testimonio común de la misericordia de Dios en la proclamación y el servicio al mundo.
Aunque esto es el comienzo de un camino y no una meta. Estos imperativos son una clave para seguir creciendo en la unidad, y para ir buscando como la luz del Evangelio sigue iluminando a los hombres de todo momento y lugar. No se debe esperar una solución rápida e inmediata a la división, pero sí tener esperanza en un futuro en común. Por ello se debe comprender que el inicio y el fin, tanto de luteranos como católicos, es Jesucristo y el seguimiento de éste. Podría concluirse, y así lo hace este documento, con las palabras de la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación: «Luteranos y católicos compartimos la meta de confesar a Cristo, en quien debemos creer primordialmente por ser el único mediador (1 Tim 2,5-6) a través de quien Dios se da a sí mismo en el Espíritu Santo y prodiga sus dones renovadores».

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