Presentación
del documento
El
siguiente documento ha emanado como parte de los preparativos para la
conmemoración conjunta luterano-católico Romana de la reforma en el 2017.
Dentro del seno de una comisión católica y otra luterana, que busca unir a los
cristianos desde la base de la comunión y superando aquellas concepciones que
históricamente nos han separado a lo largo de la historia.
En el
presente año, 2017, se celebran los 500 años de que un monje agustino llamado
Martín Lutero, publicara sus famosas 95
tesis dando comienzo a la Reforma, que culminaría con el cisma de varios
cristianos en iglesias protestantes a lo largo de Europa, y de allí se
extendieron por todo el mundo.
Este
trabajo de Reforma comienza con la búsqueda, por parte de Lutero, de un Dios
misericordioso. El cual es visto en la imagen de Cristo en la cruz, lo cual le
invitaba a potenciar una vida de penitencia. De hecho esta será la primera de
sus tesis.
Para
conmemorar este acontecimiento, las confesiones luteranas y la Iglesia
católica, buscan estrechar lazos de unión y buscar aquellas corrientes que
invitan al ecumenismo y a la comunión, y que alejan a esas concepciones
conflictivas del pasado. Son dos los desafías principales que se marcan: la
purificación y sanación de las memorias; y la restauración de la unidad
cristiana de acuerdo con la verdad del evangelio de Jesucristo. En definitiva,
abrir caminos que conduzcan a la comunión, a la unidad en un mismo Señor, una
misma fe.
Son más
las ideas que nos unen que las que nos separan, y de hecho ya se han dado grandes
pasos para ahondar en esas uniones. En este caso, se pide a la Iglesia y a los
protestantes que se fijen en “la fe en un mismo Dios trino y la revelación en
Jesucristo, así como en el reconocimiento de las verdades fundamentales de la
doctrina de la justificación”. Estos son los puntos fuertes a cultivar en esta
ocasión para seguir profundizando en las relaciones de comunión, en esto
estamos todos de acuerdo.
1. Conmemoración de la Reforma en una era ecuménica y global
Con
vistas a la conmemoración de este acontecimiento, se ha presentar la situación
político-cultural en la que actualmente se desarrollará esta celebración. Es
indudable que el mundo ha cambiado mucho en los últimos años, y por eso se ha
de contemplar de qué manera se nos presenta la realidad en la que se va a
desarrollar este acontecimiento histórico. El documento afronta tres desafíos a
tener en cuenta de la época en la que vivimos:
Ø Es un época ecuménica
Se trata
de la primera conmemoración de las tesis de Wittenberg que coincide dentro de
un marco de unión y progreso conjunto de los cristianos. Es una época de
ecumenismo, en la que se va a desarrollar este 31 de octubre.
Esta
fecha significa para los protestantes el comienzo de la Reforma, y por ello,
muchos de ellos lo conmemoran todos los años como sus fechas fundacionales.
Pero no siempre se han desarrollado en un buen caldo de cultivo para la
unificación, sino más bien para ahondar en las separaciones. De hecho en 1617,
a los 100 años de las Tesis, muchos protestantes celebraron la liberación del
“yugo” católico; o en 1917, se presentó a Lutero como un héroe alemán. Pero en
este caso se celebra en el marco de un acercamiento entre las confesiones
luteranas y católica que responde ya a 50 años de acercamientos doctrinales y
teológicos.
De ahí
que este documento invite a superar la concepción que muchos cristianos tienen
de la Reforma. Para muchos protestantes es un símbolo de recuperación del
evangelio de Jesucristo y liberación de la Iglesia, mientras que para muchos
católicos supone una ruptura y alejamiento de las verdades de la Iglesia. Es el
momento de romper estas concepciones peyorativas y trabajar unidos.
Ø Es una época globalizada
Hay que
tener en cuenta que mientras la fe cristiana está creciendo en el sur y el Este
de Europa, en los antiguos continentes cristianos se encuentra en recesión. Por
eso se ha cambiado el prisma de la visión cristiana que hasta ahora se había
tenido. Muchas comunidades cristianas no conocen ya la situación vital en la
que se desarrolló la Reforma: la Europa del siglo XVI. Por ello, no pueden
comprender muchos de los presupuestos teológicos, culturales y políticos que la
propiciaron. Es necesario superar este olvido, para ahondar en la historia
común desde la memoria iluminada por la fe y no desde la falta de memoria
histórica.
Ø Es una época para la Nueva
Evangelización
Por
último, también se ha de saber que estamos ante unos nuevos desafíos de
evangelización que se cristalizan en concepciones como: la unión o separación
de las iglesias y las culturas propias de cada lugar; la expansión de
movimientos pentecostales y carismáticos que abren paso a nuevas líneas de
unión que superan las antiguas controversias; o el desplazamiento de la
religión cristiana, mayoritaria en muchos lugares, y que ahora debe compartir
terreno con otras religiones, lo cual supone un ejemplo de unión entre los
cristianos. Estos son los tres elementos más importantes del nuevo período de
nueva evangelización para el mundo moderno.
2. Nuevas perspectivas sobre Martín Lutero y la Reforma
No se
debe de olvidar nunca la historia, sino que aquellos acontecimientos que
pasaron en la antigüedad, deben ser recordados y actualizados a la luz de la
actualidad. Para ello los teólogos católicos y protestantes deben trabajar
unidos para superar las diferencias y profundizar en las igualdades
doctrinarias.
Para
realizar este acercamiento, han sido muy importantes los aportes que en los
últimos años se ha realizado sobre la concepción histórica de la Edad Media
europea. De esta forma ambos, católicos y luteranos, han alcanzado a decir que
se trata de una época de profunda renovación eclesial, en la que impera la
formación incipiente de los laicos y una fuerte impronta espiritual. La Iglesia
no se trata de algo monolítico y homogéneo sino que goza de una gran riqueza
interior, con diferentes visiones eclesiales. Lutero va a fraguar su
pensamiento dentro de esta realidad.
La gran
labor de acercamiento entre ambas confesiones se debe sobretodo a las
investigaciones católicas que culminan en el siglo XX sobre Lutero, que
sirvieron para purificar su imagen desde mediados del siglo XIX. De esta forma
se comenzará a ver la confesión de Augsburgo dentro de su propio contexto como
una “búsqueda de la unidad de la Iglesia”, y no como un lugar de ruptura y
confrontación.
Por
este motivo, desde 1980 (conmemoración de los 450 años de la Confesión de
Augsburgo) se creaba el ambiente propicio para varios proyectos comunes entre
católicos y protestantes, lo cual se verá cristalizado en la declaración conjunta sobre la doctrina de la
justificación, publicada en 1999.
Para
llegar a este importante documento ecuménico, y que viene a unir lo que parecía
separado por casi 500 años, ha sido importante el desarrollo tanto de los
católicos como de los protestantes en sus concepciones y visiones tanto de la
imagen de Lutero (negativa para los católicos) como de la Iglesia y el contexto
en la Baja Edad Media (visión negativa para los protestantes).
Desde
el Concilio Vaticano II la Iglesia católica ha tenido un desarrollo de apertura
al ecumenismo. Especialmente con la vuelta a los estudios de las Escrituras,
los Padres de la Iglesia y aquella teología que compartíamos con los
protestantes. En este purificar la imagen de Lutero, se llegará a presentar al
mismo como un “testigo del evangelio” que buscaba la unidad de la Iglesia, por
el papa Juan Pablo II; o como alguien que se preguntó sobre Dios e intentó
buscarlo en su vida (Benedicto XVI)
Los luteranos
también han dado un desarrollo en su concepción teológico-cultural, al mirar a
la Iglesia en su contexto histórico. Llegando a comprender que también ellos en
la Reforma, no siempre respondieron a asuntos meramente teológicos sino también
políticos-económicos. Esto les ha ayudado a hacer autocríticos y a no verse
como los grandes reformadores de la Iglesia y del momento cultural. El
acercamiento a la teología católica les ha enriquecido y abierto el horizonte
de su teología
Por eso
es importante que se siga profundizando los dos juntos en el llamado diálogo
interreligioso. Este diálogo aporta un acercamiento a los puntos teológicos
comunes y ayuda a superar las separaciones doctrinales; también sirven para
aunar un lenguaje que a veces ha servido de separación por no profundizar lo
suficiente en su contexto cultural o histórico; además, los diálogos, ayudan a
la búsqueda en común de la verdad que es igual para luteranos y Católicos,
Jesucristo revelado en las Escrituras.
3. Un bosquejo histórico de la Reforma luterana y la respuesta
católica
La
palabra reforma viene a significar diferentes cosas según el momento histórico
en el que se usase. Así en la antigüedad se la entendía como un volver a las
cosas buenas del pasado. En la Edad Media se aplicó a los cambios que se
realizaban en distintos ámbitos eclesiásticos, como los monasterios, para
intentar salvaguardar el espíritu de la Iglesia de la degradación. Pero después
de 1517 a 1535 vendrá a significar el movimiento luterano que intenta cambiar
ciertas estructuras teológico-pastorales en la Iglesia.
Todo
este periodo que se engloba bajo el nombre de Reforma, viene a comenzar con las
95 Tesis de Lutero que, entre otras cosas, se centraron en el tema de las
indulgencias. Las indulgencias eran muy apreciadas en el ambiente piadoso de la
época, como formas de remisión del castigo temporal por culpas ya perdonadas.
Lutero se pregunta sobre ellas, su naturaleza y la autoridad de la propia
Iglesia para concederlas.
El
obispo de Maguncia enviará las tesis de Lutero a Roma para que sean
supervisadas, pues intuía que iban contra la teología de la Iglesia. En 1518
Lutero contestará a este poner a prueba su doctrina con un sermón sobre la
indulgencia y la gracia. Esto hará que la Iglesia desde Roma envíe al Cardenal Cayetano
para dialogar con él sobre su doctrina, gracias a la intercesión del príncipe
elector de Sajonia, Federico el Sabio. Pero Cayetano no deja a Lutero defender
su postura y lo acusa de hereje. Entre el 13 y el 22 de octubre de ese 1518
Lutero afirmará su unión con Roma y no se retractará de sus ideas, como le pedía
el legado del Papa, Cayetano.
Esta
situación se produce porque Lutero y Cayetano, dos brillantes teólogos de su
época, no supieron entenderse en sus posturas. El problema era que ambos
utilizaban un marco conceptual diferente, lo que causó una falta de lenguaje
común. Además Lutero nunca tenia posibilidad de defender su postura, solo en
1519 se realizó un debate público entre sus posturas y las oficiales de la
Iglesia.
Este
enfrentamiento entre luteranos y católicos, va a conducir a que el Papa León X
el 15 de junio de 1520 condenara por bula 41 de las proposiciones de Lutero,
sacadas de su contexto. Además le da un plazo de 60 días para retractarse o
seria excomulgado. Los representantes papales en Alemania piden quemar las
obras de Lutero, después de esta bula, y en contra se queman libros de doctrina
católica y la bula del Papa. Por este motivo y su falta de retractarse de las
ideas que el Papa le acusaba heréticas, el 3 de enero de 1521, Lutero es
excomulgado.
Las
doctrinas de Lutero contra la Iglesia podrían resumirse en que todo debía
apoyarse en las Escrituras. Para él la “sola scriptura” es la base para toda
teología. Pierde por tanto autoridad teológica la Tradición y los Padres de la
iglesia, como una doctrina secundaria. Acusará al papa de ser el anticristo,
por arrojarse más poder que el de las Escrituras le otorga
Como
excomulgado debía comparecer ante el poder político, y para ello se desplaza a
Worms. Allí en lugar de discutir sus doctrinas se le acusa de escribir ciertos
libros y se le vuelve a pedir que se retracte. Como vuelve a mantenerse fiel a
su conciencia y a las Escrituras, Carlos V lo condena pero los príncipes
alemanes lo protegen.
Poco a
poco se va fraguando la Reforma luterana entre los predicadores y sacerdotes,
religiosos, etc., de Alemania que comienzan a predicar la doctrina luterana, se
casan, dan la comunión a los laicos en las dos especias y comienza a
irreverenciar imágenes y reliquias. Además los laicos comienzan a tener un
papel activo en toda esta nueva concepción religiosa.
En 1527
los luteranos comienzan un proceso de supervisión de sus ideas que se iban
propagando por toda Europa central. El príncipe elector de Sajonia envía a
expertos para ver cómo se está implementando la Reforma y fruto de estas
visitas surge un manual para ministros sobre problemas doctrinales y prácticos
(1528). Además se traduce la Biblia al alemán y se comienza a enseñar a todo el
mundo. Se crean catecismos e himnos para la participación y formación de los
fieles.
Hasta
1535 no llegan las primeras ordenaciones sacerdotales puramente luteranas en la
que ya no es el obispo, sino otros sacerdotes los que ordenan a los nuevos
presbíteros con el visto bueno de la facultad de teología de Wittenberg, a
través de la imposición de manos y la oración consagratoria.
Mientras
se propaga la Reforma se producen ciertos intentos de acercamiento teológicos
entre católicos y luteranos, como la confesión de Augsburgo (1530) en la que
señalaron puntos en común y diferencias; los católicos responderán a esta
confesión con una confutación pero no hay acuerdo entre ambos; se producen
coloquios organizados por el Emperador, pero se perdieron en discusiones
políticas. En 1541 el Regensburger Buch
intenta unir, pero luteranos y católicos siguen en desacuerdo sobre la doctrina
de la Eucaristía, aunque se unen muchas posturas.
Cuando
fracasaron estos intentos teológicos, comenzaron las guerras. La primera de
ellas será la Guerra de Esmalcalda (1546-1547), en la que el Emperador Carlos V
se enfrenta y gana el control sobre los príncipes alemanes; En la dieta de
Augsburgo (1547-1548) se les obligará a los príncipes a tener sumisión al Papa
y sus obispo, así como se corrige la doctrina sobre la justificación. Pero no se llega a tener un control total
porque los príncipes contraatacan en 1552. Se acabara con este periodo bélico
en 1555 con la paz de Augsburgo en la que la religión del príncipe se hace
extensible a sus súbditos, y se intenta tener una convivencia pacífica entre
luteranos y católicos.
Paralelo
a este desarrollo se celebra en Roma el concilio de Trento (1545-1563) en el
que se buscara una solución triple: como sanación de la separación confesional,
como reforma de la Iglesia y como establecimiento de la paz.
Del
Concilio de Trento resultará que la Escritura se vea reforzada con la
Tradición, e iluminada por esta, frente al “sola scriptura” protestante. Además
se cerró el canon de los libros Sagrados y se promulgó la edición de la vulgata
latina como texto oficial. Se promulgo la doctrina de la justificación como una
unión entre la fe y las obras, no la sola fe luterana. Se instituyeron los 7
sacramentos como emanados de Cristo, así como la acción ex opere operato y se permitió
la comunión con las dos especies en territorios alemanes. Además pastoralmente
se crearon seminarios para la formación sacerdotal, se instituyó la
obligatoriedad de predicar periódicamente y los obispos, y sacerdotes, debían
estar en sus sedes.
Pero
como consecuencia de este concilio, se cerraron posturas frente a luteranos y
se apartaron muchas formas de posibles uniones. Aunque también se fraguó la
identidad de la Iglesia católica que estará vigente hasta el Concilio Vaticano
II. Aunque no sirvió para evitar el gran conflicto en Europa de la guerra de
los 30 años y a las posteriores guerras de religión.
Por último,
comentar que el Concilio Vaticano II (1962-1965) ha intentado volver a
recuperar el diálogo entre luteranos y católicos. Se produce un acercamiento y
una vuelta a la comunión en aquellos aspectos que nos unen. Se reconoce que hoy
hay motivos de encuentro y comunión a todos los que compartimos la fe en
Jesucristo.
4. Temas fundamentales de la teología de Lutero a la luz de los
diálogos luterano-católico Romanos
La
teología de Lutero podría resumirse en cuatro aspectos que van a desgranarse a
continuación en el documento: la justificación, la Eucaristía, el ministerio y
la Escritura y la tradición. Cada tema se aborda desde una triple vertiente: la
posición de Lutero, la posición católica y los puntos de discusión entre ambos.
Cabe
citar al principio las bases que generaron el pensamiento de Martín Lutero,
tales como la filosofía de la baja Edad Media, el pensamiento de san Agustín,
la espiritualidad de San Bernardo de Claraval y los movimientos místicos.
- La
Justificación:
Para
Lutero, basándose en Mt. 16, no hacen falta las obras humanas para la
salvación. Luego el sacramento de la confesión se otorgaría por el
arrepentimiento del mal obrar y Dios lo perdonaría por su misericordia.
La
palabra de Dios es su promesa y nos une a él. La promesa es algo objetivo y la
fe es subjetiva; la Palabra es para cada individuo que la recibe por fe. Luego
por la fe, se recibe la Gracias. Y la salvación llevaría unida esta Gracia,
solo la Gracia (solo Cristo) salva; utiliza el símil del novio/cristo que se
une a la novia/el alma humana a través del anillo esponsal/la fe y gracias a
esta comunión se produce la salvación.
Por
tanto, la persona creyente se una a Dios desde su propia voluntad, es la fe la
que lo hace partícipe de la vida divina. La Ley hará al hombre pecador, pues no
puede cumplirla plenamente, y por eso en esta vida no podemos ser plenamente
justificados. El hombre solo debe amar a Dios y obrar en consecuencia a este
amor.
La
postura católica, por el contrario estas ideas, se presentará desarrollada a
partir del Concilio de Trento. Se promulgará que ni él solo esfuerzo humano, ni
la Ley de Dios salvan, sino es mediante la Gracia. Pero el esfuerzo humano debe
contribuir a la Gracia y a la comunión con Dios.
Este
tema de la justificación fue la base para Lutero de su teología, y durante
muchos siglos la acusación más grande de separación entre luteranos y
católicos. Pero desde hace unos años, y especialmente desde la publicación en
1999 de la Declaración Conjunta sobre la
Doctrina de la Justificación, ambas confesiones han acercado posturas al
respecto. Ambas entienden que el solo por la Gracia de Lutero también debe acoger
el obrar humano por el Espíritu Santo.
Las
buenas obras para Lutero es la consecuencia de la gracia de Dios en cada hombre
y para los católicos es causa del mérito, es decir, parte de la recompensa en
la vida eterna. Parece ser que ambas confesiones han levantado sus condenas
mutuas al respecto desde el siglo XVI y han visto más fallos en el lenguaje y
el uso de los esquemas teológicos que en el fondo del contenido.
-
La
Eucaristía:
Para
Lutero la cena del señor se trataba de una disposición final hecha por un
moribundo, como recuerdo de sus acciones (Testamentum). Luego la duda era como
plantear la transformación de las especies en Jesucristo.
Para
él, las sustancias eucarísticas se unían a Cristo por la “communicatio
idiomatum” al igual que pasaba con sus naturalezas divina y humana. Pero de igual
modo, pensaba que no se debía reservar lo sobrante para no discutir sobre la
durabilidad de esta santificación de las especies. Así mismo creía que el
sacrificio de cristo se repetía en cada misa solo para los creyentes que lo
acogieran, no se permitía por tanto ofrecer eucaristías por otros.
Los
católicos por su parte, ofrecían la permanencia de Dios en las especies
eucarísticas después de la celebración. De manera que no desaparece de ellas,
sino que ya es realmente y por siempre, el cuerpo y sangre de Jesús. Apoyan su
teoría en la transustanciación.
A día
de hoy se han unido muchas posturas católicas y luteranas ya que ambos creen en
la real presencia de Jesucristo en la Eucaristía; aunque aún difieren en la
adoración fuera de la celebración de las especies eucarísticas. Para unir aún más
posturas en este recorrido, ha sido importante el uso del término “anamnesis”
como un recordar el único sacrificio de Jesús. Se une por tanto, el sacramentum
y el sacrificium único, que no se repite cada vez que se celebra la eucaristía,
sino que se conmemora y actualiza. Por tanto, se puede comulgar en ambas especies, pues la presencia de Dios es igual
y completa en ambas de ellas. Ambas están de acuerdo en que preside un ministro
autorizado por sus iglesias, aunque ahora veremos la postura luterana al
ministerio.
- El
ministerio:
Lutero,
y sus seguidores, entienden que los fieles participan de manera esponsal del
sacerdocio y la realeza de Cristo. Pero no todos son ministros (Pastores), sino
solo aquellos que tienen un campo de trabajo y un cargo dentro de la Iglesia,
pero sin menospreciar el sacerdocio común de los fieles. Para él, este
ministerio pastoral fue instituido por Dios, es Dios quien lo sigue otorgando y
se establece para toda la iglesia. No considera esta ordenación un sacramento,
ya que dice está unido a la eucaristía; sin embargo otros autores como
Melanchton si lo consideraran como tal por estar unido a la Palabra y la
predicación.
Así
mismo, Lutero no reconoce a los obispos como un orden diferente del de los
presbíteros, sino que son el mismo orden con la potestad de poder ordenar otros
presbíteros. De manera que para los luteranos, los pastores son los que nombran
nuevos pastores. De hecho solo se reconocen a presbíteros y diáconos como
ministerios ordenados. Pero la función de vigilancia del obispo la realizarían
los llamados superintendentes, ministros ordenados que vigilan a otros
ministros.
Por su
lado la Iglesia católica, no desarrolló verdaderamente el papel del sacerdocio
común de los fieles hasta el Concilio Vaticano II, lo que dejó en un mal lugar
su papel de participación eclesial, hasta el siglo XX. Así mismo se presentó a
los obispos como necesarios y garantes de la unidad de la Iglesia en época de
conflicto. Considerando, además, que la jerarquía eclesial es de institución
divina.
Pero así
mismo, hay una comprensión común sobre los aspectos del ministerio. Pues ambas
confesiones entienden que todos los seguidores de Jesús comparten el ministerio
sacerdotal común de los fieles. También están de acuerdo en que tanto los
obispos, como los sacerdotes ejercen una función tripartita de predicación,
liturgia y liderazgo de sus comunidades. Pero con la diferencia que la Iglesia
católica da mucha importancia a la Tradición apostólica. De ahí que en el rito
de ordenación, aunque se comparte la idea de que esta se produce por la oración
e imposición de manos. Para los católicos es necesario que la colegialidad de
los obispos sea heredera de la Tradición apostólica; mientras que para los luteranos
la función episcopal, la realizan por sínodos, en los que todo el pueblo de
Dios (ordenados y no ordenados) pueden decidir. Además hay diferencia en la
importancia del Papa para los católicos, como cabeza visible del cuerpo
eclesial. Ambos están de acuerdo en que el servicio de todos los ministros se
realiza para el servicio de la Iglesia universal.
- Escritura
y tradición:
Para
Lutero las Escrituras eran la autoridad máxima en cuestión de fe. Nada que no
estuviera contenido en las Escrituras o inspiradas por estas podía tener cabida
en la Iglesia. Para él, el método de la teología debería ser oratio, meditatio
y teptatio. De manera que ninguna autoridad humana o tradición de la Iglesia,
pudiera contradecir las Escrituras, que son además intérpretes de sí mismas.
Frente
a esta posición, los católicos, vieron peligrar el valor tan importante de las
Tradiciones como fuentes del depósito de la fe. Aunque hay que señalar que los
contemporáneos de Lutero no separaban las tradiciones apostólicas de las
humanas, y esto generaba cierta confusión. Para los católicos el intérprete de
las Escrituras era el magisterio eclesial, y no el criterio propio de cada
individuo que las leyera.
En un
dialogo entre ambas posturas al respecto cabe señalar el gran acercamiento que
hay en la actualidad entre católicos y luteranos, sobretodo gracias al
documento del concilio Vaticano II Dei Verbum. Así mismo, los luteranos
reconocen que las Escrituras obran en toda la Iglesia y no solo en individuos
aislados.
Por
último, hacer una pequeña referencia al acercamiento entre la visión de Iglesia
que tienen luteranos y católicos. Para los luteranos la Iglesia es la unión en
asamblea de los fieles que celebran la palabra y los sacramentos. Pero se
quedan solo en un aspecto humano y visible, mientras que la Iglesia Católica,
desde el Concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium, presenta la Iglesia como
una realidad mistérica. En el misterio de la Iglesia se presenta su realidad
visible e invisible, así como su origen divino, instituida por Dios dentro de
su historia y plan de salvación de los hombres.
5. Llamados a una conmemoración conjunta
La
base, tanto del ecumenismo, como de la celebración conjunta por los 500 años es
el sacramento del Bautismo. Tanto católicos como luteranos reconocen que Cristo
tiene un solo cuerpo y por tanto el único bautismo, nos hace insertos en él. De
hecho, para los luteranos su idea de Iglesia se remonta a Pentecostés, y no
consideran que haya dos o más Iglesias, sino que la Católica y la protestante
son la misma, donde todos estamos como miembros por el bautismo. Aunque la
reforma, trajo una concepción distinta de esa Iglesia.
Por eso
el llamamiento en este año tan importante, es el de identificar las cosas que
unen a ambas confesiones, lo cual es motivo de alegría y de acercamiento; pero
también se tiene que ver aquello que nos separa y que es motivo de dolor y
sufrimiento. Porque todos están de acuerdo que no se celebra una división de la
Iglesia, sino una forma distinta de acercarse al misterio de Dios, vivo y
verdadero.
Por eso
los luteranos se sienten orgullosos, que gracias a Lutero y otros reformadores,
ellos consiguieron una libertad fruto del estudio de las Escrituras. Además se
enriquecieron con los himnos, catecismos y facilidades de participación
intraeclesial, aspectos de los que después también han gozado los católicos.
Luego es algo que enriquece a ambos.
Pero
también es momento de tomar conciencia del sufrimiento que generó la separación
de los reformadores. Es momento, y ya se está haciendo, también para condenar
los errores que se cometieron. Como por ejemplo, el ataque a campesinos o
judíos, o la radicalización de aspectos dogmáticos contrarios a las enseñanzas
de Roma, o la catalogación del Papado con el Anticristo. Teniendo en cuenta,
que no se trata de criminalizar ninguna de las dos posturas, sino comprenderlas
en el contexto y forma de pensar del s. XVI, donde entre ellos se
caricaturizaron y ridiculizaron mutuamente. Llegándose incluso a despreciarse y
no a dialogar para encontrar la verdad. Es por ello, motivo de leer la historia
en su contexto y no intentar ridiculizarla o verla superada por una
superioridad intelectual.
En ese
sentido, estamos ante una conmemoración que invita mucho a orar por la unidad
de una sola Iglesia. Por el deseo expreso de Dios de que todos los cristianos
sean uno, en comunión. Es por ello, el momento de pedir a Dios que ablande los
corazones y una a todos los cristianos en una sola fe.
La
Iglesia católica, en repetidas ocasiones ha pedido perdón por su pecado contra
la unidad de la fe. Pero sobretodo a partir del Concilio Vaticano II y los
posteriores Papas que han querido ahondar en el ecumenismo y en el
reconocimiento de sus errores, para alcanzar la unidad de la fe, quebrada por
ciertas actitudes malas.
La
iglesia luterana, también reconoce que no siempre obró de manera clara y
favorable en la Reforma, ni todos los intereses fueron meramente teológicos.
Desde la década de los 70 del siglo pasado, ha venido pidiendo perdón por esos
errores doctrinales y por haber justificado persecuciones, sobretodo la de
Anabaptistas y Menonitas. Busca también reconocer sus errores, para luchar
juntos por la unidad en la fe.
6. Cinco imperativos ecuménicos
Esta
declaración conjunta concluye presentando cinco imperativos, o claves,
ecuménicas, que deben de ser las que acerquen a luteranos y católicos a
celebrar esta conmemoración. A continuación las cito para que queden reflejadas
que son los lugares comunes de alegría y trabajo en el que se ha de fortalecer
la unidad de la fe:
1. Católicos y luteranos deben
comenzar siempre desde la perspectiva de la unidad y no desde el punto de vista
de la división, para de este modo fortalecer lo que mantienen en común, aunque
las diferencias sean más fáciles de ver y experimentar.
2. Luteranos y católicos deben
dejarse transformar a sí mismos continuamente mediante el encuentro de los unos
con los otros y por el mutuo testimonio de fe. La clave común es el bautismo,
mutuamente reconocido.
3. Católicos y luteranos deben
comprometerse otra vez en la búsqueda de la unidad visible, para elaborar
juntos lo que esto significa en pasos concretos y esforzarse continuamente
hacia esa meta.
4. Luteranos y católicos deben
juntamente redescubrir el poder del evangelio de Jesucristo para nuestro tiempo.
5. Católicos y luteranos deben dar
testimonio común de la misericordia de Dios en la proclamación y el servicio al
mundo.
Aunque
esto es el comienzo de un camino y no una meta. Estos imperativos son una clave
para seguir creciendo en la unidad, y para ir buscando como la luz del
Evangelio sigue iluminando a los hombres de todo momento y lugar. No se debe
esperar una solución rápida e inmediata a la división, pero sí tener esperanza
en un futuro en común. Por ello se debe comprender que el inicio y el fin,
tanto de luteranos como católicos, es Jesucristo y el seguimiento de éste.
Podría concluirse, y así lo hace este documento, con las palabras de la Declaración conjunta sobre la doctrina de la
justificación: «Luteranos y católicos compartimos la meta de confesar a
Cristo, en quien debemos creer primordialmente por ser el único mediador (1 Tim
2,5-6) a través de quien Dios se da a sí mismo en el Espíritu Santo y prodiga
sus dones renovadores».
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