martes, 12 de agosto de 2025

Testimonios antiguos a favor y en contra del culto a las reliquias de los mártires

Con el emperador Constantino cesan las persecuciones contra los cristianos, pero comienza a crearse un culto popular hacia todo lo relativo con los llamados Mártires (testigos de la fe cristiana). Se comienza así una devoción por las reliquias funerarias de aquellos que habían muerto en las persecuciones, profanando sus tumbas y objetos que hubieran podido estar en contacto con estos cristianos martirizados. Se edificaban iglesias nuevas, ermitas y templos, para albergar los restos de los mártires y la gente peregrina hasta ellos para pedir protección, auxilio o salud. Como acredita Teodoreto de Ciro en su obra Terapéutica de las enfermedades griegas.

Esta práctica llega a extenderse por todo el Imperio Romano, pero comienza en la parte oriental, donde las leyes y gobernadores eran más permisivos para el desenterramiento de mártires. De hecho parece ser que el primer testimonio de una profanación, se produciría a las afueras de Antioquia, en un barrio suburbano llamado Dafne. Un Obispo antioqueno que habría muerto martirizado, Babila, fue utilizado para ser desenterrado y llevado a ese barrio de Antioquía con el fin de frenar ciertas prácticas perniciosas en la juventud.

Aunque esta práctica comenzó a desarrollarse con mucho éxito, sobretodo en las clases más populares, cabe señalar que también se encuentran testimonios en contra. Se posicionaron contra estas profanaciones autores tanto cristianos como paganos.

Del mundo pagano caben señalar los testimonios de Amiano Marcelino historiador latino, que ridiculizará esta práctica que era realizada por un general que tenía la costumbre de entrar a dar culto a los lugares donde iba pasando con reliquias de mártires cristianos. También el emperador Juliano, en su adversus galileos,  ridiculiza estas prácticas, por considerar que se igualaban los cadáveres de los mártires al cadáver de cristo. Otra crítica será la del filósofo pagano Eunapio de Sardes, que dirá que los cristianos desentierran y dan culto a gentes condenadas por la justicia, criminales.

En cuanto al testimonio de los autores cristianos, nos encontramos con un escrito de Jerónimo que se enfrentará con un monje llamado Vigilancio que está en contra de esta forma de religiosidad. Jerónimo le recriminará su actitud y le aclara que el culto a las reliquias no es una suerte de idolatría, además de ser practicada incluso por el Papa de Roma. Por último, tenemos también el testimonio de uno de los padres del eremitismo, el Abad Antonio. En su obra vida de Antonio, Atanasio de Alejandría apunta que este monje pidió que a su muerte no se le descuartizara y estaba en contra de esta práctica, frente a la que había predicado en numerosas ocasiones.

De esta forma podemos contemplar como hubo posturas, tanto a favor como en contra para el culto a las reliquias de los mártires, tanto en el ámbito cristiano como en la intelectualidad pagana.

jueves, 7 de agosto de 2025

¿Qué supuso el reinado de Constantino para la Iglesia Católica?

Constantino llevó a cabo una serie de medidas que beneficiaron a los cristianos, y especialmente a los miembros del clero. Entre estas medidas cabe destacar los beneficios económicos que otorgó al clero cristiano para que se ocupara solo de los asuntos de la Iglesia, privilegio que no tenían las otras confesiones religiosas.

 También otorgó a la Iglesia como institución la capacidad para recibir donaciones y herencias procedentes de los laicos; permitió a los obispos ser jueces ante ciertos asuntos, trasladando tribunales civiles al plano eclesiástico, reconociendo los dictámenes como ejecutivos e inapelables; y también equiparó el “dies solis” (día del dios sol) al “dies domini”, de esta manera el día del Señor (Domingo) pasa a ser el día más importante de la semana. Por este mismo motivo empezará a celebrarse el 25 de diciembre el nacimiento de Jesús, pues era el día que se celebraba el nacimiento del Sol.

A estos beneficios hay que unir otras medidas de evergetismo hacia los cristianos que consistieron en la subvención para el mantenimiento y el sostenimiento de nuevos edificios religiosos en ciudades como Roma, donde financió la edificación de la basílica constantiniana de Letrán (residencia papal hasta la construcción del Vaticano, puede que construyera también la basílica de san Pablo, aunque no está claro que fuera de Constantino si sabemos que hay excavaciones del siglo IV

En Tierra Santa tras la peregrinación de su madre, la emperatriz Elena, ésta afirmó haber encontrado la verdadera cruz de Cristo, así que comenzó a venerar ésta y otras reliquias que supuestamente encontró allí. Elena pide a su hijo que financie la construcción de iglesias para albergar las reliquias encontradas. Entre estas iglesias que mandó edificar Constantino destacan La iglesia del Santo Sepulcro (sobre un templo pagano dedicado a Afrodita) en Jerusalén; una basílica en el monte de los olivos y la basílica de la Natividad en la vecina ciudad de Belén. Para edificar estos edificios, se demolieron y expoliaron edificios paganos que anteriormente se encontraban en esas misas ubicaciones.

En la antigua ciudad de Bizancio, ahora rebautizada como Constantinopla en honor al propio Constantino, mandó edificar una iglesia consagrada a los santos apóstoles que buscaba albergar las reliquias de éstos, así como futura tumba del emperador que llegó a autoproclamarse el “apóstol trece”.

Otras consecuencias del beneficio de Constantino a los cristianos lo observamos en la carta que le dirige al gobernador del África proconsular. En la que le solicita que les devuelva los bienes confiscados a la Iglesia. Afirma que de esta forma se cumplen los acuerdos presentes en el Edicto de Milán. Al igual que en otra carta dirigida al mismo gobernador, exime al clero de cumplir con funciones públicas o civiles.

En otra carta que dirige Constantino al obispo de Cartago le ofrece una gran cantidad de dinero y le pide que éste se encargue de repartirlo, de manera que si necesitara más pudiera solicitarlo al encargado de la hacienda pública en el lugar.

Por último, observar que otro de los beneficios que otorgó Constantino a los clérigos fue la capacidad para poder liberar a los esclavos, tanto los obispos como los sacerdotes cristianos tenían la capacidad para liberar esclavos, incluso sin la presencia de testigos. Algo reservado a muy pocas autoridades romanas.

martes, 5 de agosto de 2025

La evolución del Papado en la Alta Edad Media

A partir del papado de Gregorio VII se busca acabar con ciertas prácticas que habían desvirtuado el sentido originario de la Iglesia. Hacía falta una reforma moral del clero (que había caído en prácticas como el nicolaísmo o la simonía) y también era necesaria una liberación eclesial de los poderes políticos (pues las fronteras entre lo político y lo religioso se habían difuminado demasiado).

La base de esta reforma comenzó por declarar de una manera directa la primacía de Roma sobre el resto de poderes tanto políticos como religiosos. Se tenía hasta entonces la idea de que la Iglesia era una federación de diócesis donde cada obispo mandaba en su territorio sin injerencia en los otros. Pero con la reforma gregoriana, se comienza a tener una injerencia de la diócesis de Roma en el gobierno de las otras diócesis, acogiéndose a su primacía sobre las demás.

Gregorio VII comenzó la reforma a partir de un documento llamado dictatus papae donde recogía en 27 disposiciones su ideario político-religioso para la Iglesia. Establecía que el papa era la fuente del Derecho Canónico, tiene la capacidad para deponer y cambiar a los obispos de sedes, es el Papa el que puede mandar legados al mundo entero. Se crea una concepción de diócesis única en la que el Papado puede deponer al emperador o cualquier miembro de la Iglesia.

Esta nueva concepción del papado va a hacer que se inicie una guerra por las investiduras entre el papado y el emperador que acaba con el Concordato de Worms (1122) por el que el emperador renuncia al nombramiento de los obispos pero se reserva la investidura laica (bienes materiales). Fruto de estas luchas el papado consigue posicionarse con el liderazgo de Europa, que se pondrá en marcha con la celebración de concilios.

Calixto II convocará el Concilio I de Letrán en el que se prohibió el matrimonio de eclesiásticos, se condenó la simonía, se protegió a las cruzados y se decretó la excomunión para los que adquirieran bienes de la Iglesia.

El siguiente paso en las reformas será definir la elección pontificia, es decir, el nombramiento del obispo de Roma. Para ello se crea el colegio cardenalicio en el III Concilio de Letrán que elegía al Papa con 2/3 de los electores. Se buscaba, por medio del cónclave, que no hubiera injerencia política en esta decisión.

Por último, Inocencio III llevará a cabo otra reforma, unida a las anteriores. En el IV Concilio de Letrán cierra todas estas reformas anteriores. Sitúa al Papa a la cabeza de la cristiandad, el poder del emperador se ejerce como participante de la comunidad cristiana, de la que el Papa es la cabeza. Esta soberanía quedará reflejada en la Plenitudo Potestatis. El Papa no es solo sucesor de Pedro, sino que también es Vicario de Cristo. Así que como vicario de Cristo goza de la infalibilidad del papa, define qué es verdad y qué no. Así se convierte en detentador de un poder divino que está por encima de todos los demás poderes.

¿Por qué se persiguió el Cristianismo en los primeros momentos?

 

En primer lugar habría que afirmar que frente a lo que se ha venido pensando, la historiografía moderna ha arrojado luz al tema de las persecuciones contra los cristianos. Se creía que hasta el edicto de Tolerancia (313), los cristianos habían estado sistemáticamente perseguidos, y en muchos casos condenados a torturas y muertes, por profesar su fe. A día de hoy, y como afirman, entre otros, el profesor Ramón Teja[1], son muchas las causas que explican las persecuciones a los cristianos. Pero éstas no fueron un fenómeno continuado en el tiempo y homogéneo en todos los lugares, sino que se trataron de persecuciones puntuales en momentos y territorios concretos a lo largo de los primeros siglos. No por una sola causa sino por diversos motivos.

Por tanto, las persecuciones fueron un fenómeno esporádico y disperso. No se las puede considerar un fenómeno generalizado y continuo durante los cuatro primeros siglos de nuestra era, que era lo que la historiografía cristiana, con autores como Tertuliano, quiso hacer pensar. Pero sí que existieron unos períodos más intensos de persecuciones contra los cristianos, con decretos generales de persecución contra los mismos, durante la segunda mitad del siglo III con los emperadores Decio y Valeriano y a comienzos del IV con Diocleciano.

Entre las causas que desataron estas persecuciones, tanto las esporádicas como las generales, se puede esgrimir un sentimiento anticristiano en muchas bases populares, unas veces auspiciadas por gobernadores en busca de “chivos expiatorios”, ante dificultades en sus gobiernos, y en otras ocasiones alentadas por actitudes cristianas que se entendían impías o incívicas para la sociedad romana.

Las causas que se fueron esgrimiendo en estas persecuciones no eran únicas, pero sí hay una principal. Los cristianos eran acusados de impiedad, porque se negaban a dar culto a la imagen del emperador, que era una de las bases de la religión y cultura romanas, pues este culto servía de cohesión a los súbditos de todo el Imperio. Pero los cristianos afirmaban no poder tributarle honores de deidad a un hombre mortal, lo que suponía un acto de impiedad para los romanos.

También se les acusó, en muchos casos, de ser desleales con el Imperio, o malos ciudadanos, puesto que despreciaban ciertas prácticas cívicas romanas; como por ejemplo, la asistencia a ciertos espectáculos, el rechazo a cargos públicos o el no cumplimiento del servicio militar. Estas prácticas tan importantes para el ciudadano romano, al no ser cumplimentadas por los cristianos hizo que se extendiera un sentimiento generalizado de que eran malos ciudadanos del Imperio. Se les acusaba de incívicos.

Por último, los cristianos también fueron perseguidos por considerar que realizaban prácticas inmorales. Debido a que se reunían en las casas y su culto no era en lugares público, comenzaron a circular rumores de que practicaban rituales con niños y que tenían reuniones ocultas, en las que conspiraban contra el poder romano. Así mismo, el rito de la comunión se entendió como una antropofagia, puesto que se comían a su salvador. Mientras que al llamarse entre sí hermanos, tras el bautismo, también se les consideró incestuosos pues se casaban entre “hermanos”.

Luego las principales causas de la persecución contra los cristianos podrían resumirse en un sentimiento de impiedad hacia la figura del emperador, y por tanto como un desprecio hacia todo el imperio, se les llegó a considerar ateos. También hay una comprensión de los cristianos como personas incívicas, que no participaban de las prácticas culturales romanas; y por otro lado, se les consideró inmorales por mal entender sus prácticas religiosas.



[1] Teja, R. El cristianismo primitivo en la sociedad romana. P. 29-30