Martín Heidegger en
una conferencia que tituló ¿Qué es metafísica? Quiso abordar el fin e
importancia de la metafísica como disciplina de estudio. Pero lo hizo de una manera
muy novedosa, ya que una vez enunciado el título no se centró en argumentos
directamente relacionados con la metafísica en sí, sino que prefirió
estructurar su charla desde una única cuestión metafísica, permitiendo que la
propia metafísica se revelara a través del análisis de la cuestión planteada.
La idea de Heidegger era que en tres sencillos pasos comprendiéramos que era la
metafísica. Para ello presentó un interrogante clásico de la metafísica,
elaboró la cuestión y terminó respondiendo a la pregunta inicial.
A lo largo del
siguiente comentario se responderá, a través de esta conferencia, a tres
cuestiones principales: ¿Qué es la nada?, ¿Cómo la nada es el ámbito propio de
la metafísica? y ¿Cómo se relacionan el Ser y la nada?
En primer lugar planteó
Heidegger, la cuestión de manera que él vio como las distintas disciplinas
estudian los objetos desde distintos puntos de vista sin que prevalezca ninguno
entre sí. La ciencia sería el único ámbito de estudio que gozaría de
objetividad, ya que coloca al objeto en sí como principio y fin de su
investigación, y por tanto de supremacía sobre el resto de los saberes. Pero en
la realidad, la ciencia, solo estudia al ente y afirma que fuera del ente lo
que hay es “nada”. La ciencia no se preocupa por la nada, la ciencia termina
despreciando la nada. Pero al despreciarla afirma a su vez que la nada es, y
por tanto nos queda la pregunta: ¿qué pasa con la nada?
Para lo cual, y una vez
planteada la cuestión, Heidegger comienza una elaboración de la cuestión en sí
sobre el problema de la nada. Él dice que ante la pregunta ¿qué es la nada? La
respuesta sería: la nada “es” el no ente, y con ese es ya afirmamos que la nada
debe ser algo. Para pensar la nada como algo, la lógica se rompe, pues si la
nada es no puede no ser algo. La regla lógica del principio de no contradicción
no tiene cabida en este planteamiento, por tanto la lógica se quiebra ante la
pregunta de la nada.
Pero si pensamos en
el ente, nos damos cuenta que no podemos captarlo en su totalidad, aunque si
nos encontramos en medio de la totalidad del ente en sí. La alegría o el
aburrimiento nos hacen ver el objeto en su conjunto y no podemos tener un
temple que permita observar la nada. Solo nos queda la angustia.
La angustia deja, por
tanto, que se nos escape el ente y por ende nos deja en suspenso, sin el ente.
Cuando pasa esta angustia, pensamos que nos hemos angustiado por nada y de ahí
surge la pregunta que se plantea Heidegger.
Por último, y una vez
que ha dejado planteada la pregunta, el autor responde a ésta cuestión. Para
ello explica como la nada acosa a la existencia en la angustia a través de su
esencia que es el anonadamiento. Existir es siempre estar sosteniéndose dentro
de la nada.
La nada no es un
objeto, ni un ente. No se presenta por sí solo, ni junto al ente. La nada es la
posibilitación de la potencia del ente, como tal ente, para la existencia
humana. Se contiene, por lo tanto, en la propia esencia del ente.
El anonadar, que se
produce de la nada, genera el “no”; y el “no” genera la negación de decir “no
es” a algo que es otra cosa. La nada es el origen de esa negación.
Por tanto, la
metafísica es lo que está más allá del ente, la nada que lo abarca. Toda
pregunta metafísica abarca la metafísica entera y el que se pregunta se
encuentra a su vez, dentro del objeto estudiado. El ser y la nada van juntos,
ya que el ser es finito y su existencia sobrenada en la nada. Si la metafísica
es el estudio del ser entonces abraza a la nada. De igual forma que el ser
humano no puede habérselas con el ente si no es sosteniéndose dentro de la
nada.
La metafísica, en
conclusión, va al fondo del asunto de la propia filosofía. La filosofía existe
por el hombre, que es quien la piensa, y es una disciplina superior a la
ciencia, ya que busca la verdad en la respuesta a la cuestión principal: ¿Por
qué hay entes y no más bien la propia nada?
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