jueves, 11 de febrero de 2021

Comentario a la Carta de Aristeas

(Se puede consultar el texto online en el siguiente enlace: http://www.traduccionliteraria.org/1611/esc/biblia/aristeas.htm)

En el presente estudio me dispongo a redactar un comentario crítico sobre un escrito que se ha venido a conocer como la Carta de Aristeas, y el cual va a arrojar luz sobre la redacción de la Biblia septuaginta o de los setenta (en adelante LXX), como se la conoce popularmente.

La carta aparece escrita por un tal Aristeas, y va dirigida a su hermano Filócrates, con la finalidad de comentarle a éste cómo se redactó la Biblia de los LXX, y justificar a su vez una serie de acciones reales que acontecieron a esta traducción. Tales como los regalos del monarca egipcio al Templo de Jerusalén, la liberación de los esclavos, los discursos alabando a Dios, etc.

Flavio Josefo es el primer autor que en su obra cita este escrito. Pero él lo hace con el nominativo “libro” de Aristeas. Otros autores que también recurrirán a citar la presente obra la presentarán de distintos nombres. Solo a partir de un manuscrito del siglo XIV se comienza a nominar este escrito como “carta” de Aristeas. Pues con anterioridad aunque está escrita en forma de carta, se sabe que es un método escriturístico antiguo el dotar a un escrito de la apariencia de carta, pero que su contenido es más rico y extenso que el solo estilo epistolar.

En cuanto a la autoría del texto, cabe señalar que el supuesto Aristeas se presenta a sí mismo como un funcionario real, de educación griega, perteneciente a la corte de Tolomeo II. Pero cuando se realiza un análisis pormenorizado del escrito, rápidamente se observa que el auténtico autor debió de ser un judío alejandrino que no es contemporáneo a los hechos que narra; puesto que comete ciertas imperfecciones a la hora de comentar la historia: como afirmar que el Bibliotecario real es Demetrio de Falerón, cuando este fue expulsado por Tolomeo al comienzo de su reinado; o exaltar como triunfo una de las batallas en las que perdió el ejército egipcio.

La fecha de redacción, nos entraña por su parte una complicación mayor. Así como la naturaleza del autor se intuye por sus comentarios en el propio escrito, la fecha queda más abierta a discusión. La mayoría de los especialistas han creado un abanico de posibles fechas de redacción que irían del s. III a.c. al II d.c. Aunque una de las apuestas más grandes que se está estudiando en los últimos años, sería afirmar que se debió de escribir en torno a la década del 127 al 118 a.c., respondiendo a la descripción y relaciones que presenta entre el Rey de Egipto y el Templo de Jerusalén.

En cuanto al género literario, como ya he indicado anteriormente, aunque pueda parecer una carta, no pertenece solo al género epistolar. De hecho es un escrito que está formado por supuestas transcripciones de cartas entre el Rey y el Sacerdote del Templo, hay transliteración de decretos, diálogos entre el Rey y los Sabios, listas de objetos e incluso un pequeño tratado teológico que defiende normas judías. Aunque todos estos géneros se recojan en forma de una carta dirigida al supuesto Filócrates.

En cuanto a la finalidad del escrito, son varios los que pretende alcanzar. El principal de ellos es justificar el valor y la importancia de la traducción de la Ley judía al griego, algo que podría parecer desaconsejable a ojos de los judíos más cumplidores que seguían viviendo en Palestina, mientras que esta traducción sería utilizada por los judíos de la diáspora. Aunque en la realidad no parece que existiera un desprecio a la traducción por parte de los palestinenses, de habla hebrea. También existe en el texto una intencionalidad de colocar al monarca egipcio como amigo del Templo de Jerusalén y de la sabiduría judía, a la que alaba y enaltece. Por otro lado es un escrito apologético que defiende un monoteísmo parecido al filosófico helenístico. Aunque de estas ideas la principal será esa justificación de la traducción hecha en los LXX, frente a cualquier otro intento de efectuar algo parecido. De hecho, la carta concluye con una defensa de un argumento de autoridad sobre este texto frente a cualquier intento de alterarlo o sustituirlo.

Pasando ahora a analizar más concretamente el contenido de la carta, he de decir que no voy a centrarme en todos los pasajes que en ella se contienen. Por el contrario, centraré mi mirada en las partes que desarrollan la redacción de la Biblia, sin despreciar pero sin ahondar en otros aspectos que también se ponen de relieve en el escrito: tales como las explicaciones teológicas, las listas de regalos o las conversaciones y edictos sobre acciones no relativas al propio trabajo de traducción textual bíblica.

En primer lugar se destaca en el texto la iniciativa real a la hora de realizar la traducción del texto. Es una idea que emana del bibliotecario real que registra esta necesidad, y no es una exigencia de las masas de población. Aunque si se apunta que hay una gran cantidad de judíos en la tierra de Egipto que podrían beneficiarse de la traducción del texto a lengua griega.

Según el autor de la carta sería Demetrio de Falerón el bibliotecario que recibe del rey el encargo de recopilar una copia de “todos los libros de la tierra”, para ser almacenados en la Biblioteca de Alejandría. En la antigüedad, los libros eran copiados a mano, de manera que el modo en el que se tendría que hacer el trabajo era o bien por compra de un libro ya copiado o por la realización ex profeso de una copia de otro manuscrito. El bibliotecario realizando esta acción, comprueba que no tienen ninguna copia del libro que titula “las leyes de los judíos”. Libro que además apunta que estaría originariamente escrito en un dialecto siríaco, y por tanto, necesitaría de ser traducido a la lengua griega.

Coincidiendo con la benevolencia del rey, que libera a los esclavos judíos pagando 20 dracmas por cada, hasta una suma total de 660 talentos, el bibliotecario presenta un informe solicitando dichas leyes judías. Por lo que le solicita al rey que escriba al Sacerdote del templo de Jerusalén para que envíe a 6 expertos “honrados”, uno por cada tribu, para que la traducción de las leyes sean lo más veraces posibles. El Rey presenta a su vez la importancia de que al ser liberados los esclavos, tienen derecho a conocer las leyes propias en su propia lengua, por eso favorece el trabajo propuesto por el propio Demetrio. Solicita lo que éste le había pedido al Sacerdote de Jerusalén, pues desea una traducción hecha por “consenso”. Luego llama la atención que sea el propio poder egipcio el que solicita la traducción y además marca las pautas a seguir en dicho trabajo.

Ahora le corresponde al Sacerdote de Jerusalén, el cual es llamado en la carta como Eleazar, responder a esta petición y en su caso seleccionar a los traductores más acordes a las expectativas puestas por el rey egipcio. Para ello será importante el consenso que desde el principio parece imperar en el objeto de estudio de dicha traducción.

De hecho, se dice que el Sacerdote del templo leyó la carta del rey en público y tras la aclamación del pueblo, han sido los ancianos los que han elegido a seis varones de cada tribu. De los cuales, y como recurso que en la antigüedad se utiliza para darle veracidad a un texto, se citan los nombres de los 72 hombres, englobados por la tribu a la que pertenecen.

Además se indica que Eleazar ha escogido a los mejores hombres de cada tribu. Son todos hijos de nobles que conocen perfectamente las leyes judías, pero también han sido educados en los principios de la cultura griega. Son por tanto, unos candidatos idóneos por su piedad hacia la Ley y por sus conocimientos de la lengua griega. Se presentan estos traductores como el don más preciado del pueblo judío, hasta el punto de que Eleazar realiza una serie de recomendaciones de cómo han de ser tratados y de las normas que deben seguir estos. Así tras un largo discurso del Sacerdote sobre la santidad y el sentido natural de la Ley, los traductores parte con los rollos de la Ley, que se indican son de pergamino.

A la vuelta a Egipto con los 72 especialistas, el rey los desea recibir enseguida. Cuando la tradición real era que debían esperar los visitantes extranjeros entre 5 y 30 días antes de ser recibidos por el monarca. Pero al presentar este entusiasmo por parte de Tolomeo, el autor recalca la importancia por un lado de los traductores y por otro de la obra que van a realizar; pues incluso un monarca no judío ansía ver esta obra realizada. Durante siete días estará comiendo con ellos y haciéndoles preguntas, en las que siempre destaca la elocuencia y buen juicio de cada uno de ellos. Por tanto, con esta demostración de sus saberes, se recalca la formación, no solamente intelectual, sino también moral, de estos traductores que van a acometer el encargo de traducir la Ley al griego.

Comenzando ya con el trabajo de traducción, nos encontramos con que Demetrio los conduce a una casa muy cómoda en la orilla de la playa. A siete estadios de distancia del Rey, lo cual recalca la cercanía del poder, pero también la distancia justa para poder trabajar sin interrupciones ni nada que los distraiga de la auténtica misión. De hecho se cita la armonía en el trabajo que hacía que estuviesen cómodos a la hora de trabajar. Dando importancia al estado anímico de los traductores.

Se puntualiza que el trabajo se realizó por medio de la confrontación entre los 72 de los textos de las Escrituras. De manera que cada sesión diaria comenzaba por la mañana, y concluía a la hora nona. Teniendo tiempo suficiente tanto antes del trabajo como después para cubrir sus necesidades, las cuales dicen que estaban perfectamente atendidas por orden expresa del monarca.

Antes de cada acción del trabajo de traducción se purificaban en la playa y rezaban. Solo después leían el texto en voz alta y lo iban interpretando por confrontación entre todos. Aquí se destaca, por un lado la actitud de realizar el trabajo como un solo hombre, sin que la opinión de uno prevaleciera sobre la de otro, y por otro lado se ve la acción de Dios que por medio de la purificación y el rezo les va iluminando para que la tarea no sea solo una acción humana, sino un mandato divino.

Cuando concluyeron el trabajo, que Aristeas lo fijará en una duración total de 72 días, dando también importancia a la simbología de los números, el propio Demetrio lo leerá en público ante la población judía de Alejandría. La traducción recibe el beneplácito de todos los asistentes, los cuales alabarán la traducción por ser “un beneficio grande”.

Además aparece aquí un elemento muy importante en este contexto de lectura pública de la obra, y es que el pueblo judío responde con una protección especial sobre el texto. La carta recoge la literalidad de lo que aclamó el pueblo de esta manera: “Puesto que la traducción es correcta, de una precisión y piedad extraordinarias, justo es que permanezca tal como está y que no se produzca ninguna desviación”. De esta manera se fija por consenso la importancia y protección del texto, que el propio pueblo maldice al que los altere o modifique. Es una forma de canonizar la traducción por aclamación popular.

Pero además esta acción popular es refrendada por el propio poder, es decir, el rey. Éste al leerla queda tan sorprendido que pregunta cómo estas Leyes no habían sido conocidas y publicadas antes para el conocimiento general. Así aprovecha el autor para señalar dos casos famosos en los que alguien intentó poner estas leyes en conocimiento de paganos y les ocurrieron desgracias.

Luego lo importante de esta narración es como todo justifica por un lado el trabajo a realizar, como algo de suma importancia y querido por todos los actores desde el bibliotecario o el monarca, paganos, hasta por las autoridades sacerdotales, intelectuales y populares del pueblo judío. Un trabajo que se realiza con esmero cuidado, y preparando su resultado de la mejor manera posible, es por tanto una obra de traducción, según el relato, fidedigna y respetuosa con el texto original. Todo el texto es por tanto una apologética dela traducción al griego de las leyes judías y una elaboración extraordinaria del aparato crítico que llevó a su elaboración. Siempre resaltando el consenso y las garantías tanto políticas, como religiosas sobre el propio texto. Siendo además refrendado incluso por el pueblo que le da su bendición, y protección permanente.

Hasta aquí el análisis al contenido de la carta, que de manera crítica he realizado, pues he ido añadiendo visiones propias que me han parecido interesantes al relato de los hechos para no quedarnos en un solo resumen de los hechos narrados.

A continuación me gustaría continuar este comentario señalando el conocimiento actual en el estudio de la Biblia de los LXX. Señalando un breve repaso en los hitos más importantes del estudio de la crítica textual del texto, así como los nuevos horizontes de estudio sobre esta Biblia.

Cabe señalar que antes del descubrimiento de la biblioteca de Qumrán (1948), solamente se trabajaba con el texto masorético hebreo que utilizan los judíos; el texto griego de los LXX que utilizó el cristianismo primitivo, y a día de hoy aún utilizan los ortodoxos; y el pentateuco hebreo de los samaritanos que está escrito en paleohebreo. Pero con el descubrimiento de esta biblioteca, han aparecido nuevos cauces de investigación sobre el texto. Pues han sido encontrados fragmentos de la Biblia griega en algunas de las cuevas. Estos fragmentos coinciden más con el texto premasorético, que se fijó por el I d.c., lo cual ha revalorizado y potenciado los estudios sobre la Biblia de los LXX.

Con este nuevo hallazgo, se ha podido constatar que antes de la fijación del texto masorético, existía una pluralidad de textos bíblicos. De manera que las diferencias entre Biblias, no siempre responde a un error en la traducción sino que en muchos casos es el resultado del texto base utilizado. De manera que incluso se ha descubierto en el texto griego testimonios hebraicos más antiguos que en la biblia protomasorética que ya se alteró por la elección de los rabinos por una opción u otra al colocar las Masoras.

De hecho, en los primeros siglos se realiza un esfuerzo intelectual, por parte de los judíos de Alejandría de adaptar el texto de la septuaginta al texto masorético de los rabinos. Pero con el paso del tiempo se termina por despreciar la Biblia griega, por ser la utilizada por los cristianos que empiezan a separarse del judaísmo. En una búsqueda por distanciarse del naciente cristianismo, las comunidades judías van a despreciar el texto griego y van a apostar por el hebreo. Pero no va a ser el texto el que los separe, sino que esta elección va a ser una consecuencia de la separación que ya se venía fraguando en el seno de las comunidades.

La importancia del texto griego de la Biblia va a ser fundamental en el naciente cristianismo, que va a fraguar desde sus orígenes la experiencia de su religión sobre la base del Antiguo Testamento griego, es decir, de la Biblia griega. Utilizando citas de esta para construir los relatos del Nuevo Testamento, y además va a ser utilizada por los primeros teólogos del cristianismo. Sirviendo, por tanto, como explicitación de un nuevo mensaje, que se separa en su interpretación a la del judaísmo rabínico.

A día de hoy los estudios sobre la Biblia de los LXX se centran en encontrar el texto originario hebreo que pudo ser la base de esta traducción. Pues Orígenes, en el S. III realizó un enorme esfuerzo crítico de análisis del texto en su “hexaplas”, pero fijó el texto hebreo de su época, que ya había sido transformado por los rabinos, como base para el texto griego. Como se ha descubierto por Qumrán, debió de haber un texto hebreo más antiguo que dio pie al texto griego de la Septuaginta. Así que los estudios actuales intentan remontarse a ese momento anterior, que desde Orígenes toda la crítica textual cristiana había realizado desde otras premisas. Hay por tanto que desandar el camino recorrido durante muchos siglos de estudios bíblicos.

Por último, concluiré el presente comentario señalando la importancia cultural que supuso, y sigue teniendo los LXX. Pues aunque durante varios siglos no se la ha considerado en su importancia, hay que señalar que esta Biblia supuso la primera traducción de la Biblia a otra lengua. Siendo por tanto impulsora del resto de traducciones.

La Biblia es en la actualidad el libro traducido a más lenguas del mundo, pero este primero fue fundamental. Pues supuso, ya en el s. III a.c. la apertura del mundo oriental al occidental, siendo además reconocido por la biblioteca más importante del momento, la de Alejandría. Aunque no será hasta el s. I d.c. que se potencie el valor de esta traducción por la proliferación de estudios y escritos cristianos, que pondrán las bases de la importancia cultural e histórica de los futuros estudios sobre los LXX.

A partir de este texto griego, se van a realizar el resto de traducciones a lenguas vernáculas desde los primeros siglos de nuestra era. Es por tanto, importante observar como las diversas traducciones de la Biblia van a tener en su mayoría al texto griego como base de su difusión y desarrollo, no el texto original hebreo. Pero incluso, como ya se ha indicado más arriba, el texto griego va a poseer de ciertos libros testimonios más antiguos, de textos anteriores que se han perdido, que el propio texto hebreo.

Pero además, hay que concluir señalando que el valor del texto griego de los LXX, no estriba en la mera traducción, sino que hay que recalcar a su vez la interpretación que se realizó del mismo. Pues no solamente se dedicaron a traducirlo, sino que también lo interpretaron de manera, que un texto consonántico con ciertas oscuridades fue traducido e interpretado de manera clara, dotándolo en muchos casos de un sentido que en el original quedaba completamente oculto. Por eso es importante a día de hoy seguir recurriendo a este texto, y revalorizar su importancia para el conocimiento y estudio del texto bíblico.

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